
¿Cómo es posible que en un país
con casi seis millones de parados, con una Deuda cercana al 100% del PIB, con
nuestro tejido productivo destruido, con cientos de miles de familias en graves
dificultades, incluso con ciudadanos que ya están pasando hambre y con la mayor
entrada de extranjeros en los últimos años de todos los países de Europa,
todavía haya gente que quiere que se abran las fronteras de par en par? Tras
las buenas intenciones de algunas personas y algunas organizaciones se esconden
intereses inconfesables. Tanto el PSOE como el PP toleraron en el pasado la
entrada masiva de inmigrantes para tener un ejército de reserva que presionara
a menores salarios y peores condiciones laborales a los trabajadores españoles.
Cuando, merced a la burbuja inmobiliaria, nuestra economía estaba recalentada,
los salarios continuaron cayendo por debajo de la inflación, eso solo se puede
explicar porque en el mercado de trabajo la demanda seguía siendo muy superior
a la oferta. Quien haya viajado en los últimos tiempos a Madrid, por ejemplo,
habrá visto que los camareros, los agentes de seguridad, muchos taxistas, transportistas,
etc, son extranjeros que, sin quererlo, han puesto en el paro a trabajadores
españoles que tenían nóminas superiores. Pero, ahora no se trata de eso, el
ejército de reserva, con un paro brutal, ya está suficientemente nutrido y los
empresarios pueden seguir bajando los salarios a su antojo. Los que han perdido
la confianza de los trabajadores españoles quieren hacerse con nueva clientela,
pues sus expectativas electorales cada vez son peores, y los cientos de ONGs
que han proliferado en los últimos tiempos al calor de los Presupuestos del Estado,
que reciben dinero sin fiscalización y control alguno, han dado con un nuevo
nicho de negocio, en contraste con organizaciones como Cáritas, Proyecto
Hombre, Médicos, Bomberos y Payasos sin Fronteras y varias organizaciones no
gubernamentales de reconocido prestigio y garantía. En cuanto se empiece a
rascar en este asunto nos sorprenderemos de lo que va a salir a la luz.
Esperando asaltar la valla de Ceuta
se encuentras miles de inmigrantes subsaharianos que viven en las inmediaciones
desde hace meses e incluso y
ahora van a entrar en España sin ningún problema. Pero cerca de Melilla hay
decenas de miles, cientos en el monte Gurugú, y muchos mas entre las fronteras de Marruecos y Argelia. La mayoría
proceden de Libia, que era el país mas próspero del continente después de
Sudáfrica y donde había casi dos millones de subsaharianos trabajando. Son
precisamente los que apoyaron aquella guerra y enviaron unidades del Ejército del
Aire y de la Armada a colaborar con la OTAN, para acabar con Al Gaddafi y
quedarse con el petróleo libio, los que mas apenados están por las
circunstancias vitales de los inmigrantes. La hipocresía y el cinismo elevados
a la enésima potencia.
Existe un discurso bien trabado
de los irresponsables que han llevado a nuestro país al desastre y que ahora
nos quieren convencer de que España debe ser la ONG de África. Llaman egoístas
y fascistas a los suizos y te pondrán el san Benito de ultraderechista, racista
y xenófobo aunque seas muchísimo mas de izquierda que ellos y quieras, de
verdad, los mejor para los trabajadores, pero empezando por los españoles.
Nota: foto aérea de las columnas
de inmigrantes que se dirigen a Melilla.
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