
Hace ya tiempo que nosotros lo
sugerimos, pero no tanto por los problemas físicos de S. M., que también, como
por acontecimientos que mermaron mucho la figura y el prestigio de D. Juan
Carlos ante los españoles y ante la opinión internacional. El famoso episodio
de la cacería de elefantes en Botswana, cuando en nuestro país arreciaban los
recortes contra los ciudadanos, fue lamentable, pero aún lo fueron mas los escarceos
amorosos, que ni mucho menos fueron los únicos, con Corinna zu
Sayn-Wittgenstein, una aristócrata alemana de origen danés cuyas andanzas son
cualquier cosa menos claras y ejemplares. La gota que colmó el vaso fue la
implicación del yerno del Rey, Inaki Urdangarín, en el caso Nóos, asunto que
aún colea y que todavía puede dar desagradables sorpresas a la Casa Real.
Por primera vez, nuestro Jefe del
Estado no estará presente en la cumbre de países iberoamericanos que se va a
celebrar en Panamá, donde no puede ser sustituido por el Príncipe de Asturias,
porque no se ha hecho una ley orgánica que contemple la sustitución en
determinados casos. Su ausencia en este
evento no es especialmente grave, estará el presidente Rajoy, pero es un ejemplo
de que la situación actual no es la deseable. Hay que tener presente que la
monarquía tiene entre sus deberes mas importantes la representación del Estado.
Distintos analistas han opinado
sobre porqué D. Juan Carlos no abdica. Unos dicen que el Rey no es consciente
que ha llegado a una edad y a una condición física que no le permiten seguir
desempeñando adecuadamente sus funciones, al contrario de lo que ha sucedido
recientemente con los monarcas de Bélgica y Holanda. Otros, que la situación que
se va a producir los próximos meses en Cataluña puede ser tan grave que
necesite de la intervención del Jefe del Estado, como en otra circunstancia
histórica que todos recordamos, y que solo el prestigio del actual Rey podría
hacer entrar en razón a todos. Y también hay gente que opina que el Rey no
abdicará hasta que esté completamente seguro que no se verá implicado en el
caso Nóos y en las andanzas de su yerno Urdangarín, pues dicen que este solo
era un testaferro para recaudar dinero para toda la familia. El Rey, en contra
de lo que D. Juan Carlos nos dijo en su discurso de Nochebuena de hace dos
años, es la única persona que tiene inmunidad jurídica, es decir,
evidentemente, no todos somos iguales ante la Ley.
Hay, sin embargo, otras razones
de mucho peso, que todavía no vamos a escribir aquí, que aconsejan la abdicación
de nuestro rey. Ya se lo pedimos hace
unos meses y, por el bien de España, se lo volvemos a pedir ahora.
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