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Se trata, a fuerza de repetir la
consigna, que los españoles se lo crean, pues las convocatorias electorales
llegarán en cascada y los que nos gobiernan todavía piensan acometer mas
recortes, el próximo otro tijeretazo a las pensiones, fechoría que ya hizo
Zapatero y que sublimarán los populares, aunque no va a ser muy popular.
Pero, una mentira, para que
funcione, tiene que creérsela el mismo que la dice. Es un proceso alienante,
pero que se da con mas frecuencia de lo que se cree. Rajoy, como tiene que dar
ejemplo, ya ha asumido plenamente la patraña, hasta se lo ha dicho a Obama y a
los demás participantes en la reunión del G-20, que lo han mirado con
condescendencia.
Es cierto que hay algunos
indicadores que invitan a sumarse al espejismo, como la disminución del
diferencial de la prima de riesgo, pero los altísimos tipos de interés que
estaba pagando España eran insostenibles y los especuladores-prestamistas no son tan imbéciles como para poner en
peligro nuestra economía hasta el punto de que no poder cobrar.
También hay gente que justifica
la mentira de la luz que ya se ve al final del túnel para infundir ánimo a los
ciudadanos y dar confianza a los inversores, algo así como el entrenador de uno
de los equipos de fútbol del final de la tabla que, cuando toca enfrentarse al Madrid
o al Barcelona, dice a sus jugadores que son tan buenos o mejores que ellos y
que los pueden ganar, aunque sabe perfectamente que su club nunca podrá hacer
fichajes de 90 millones de euros. Yo pienso, sin embargo, que este tipo de
engaños es una falta de respeto total hacia los españoles que, además de
sufrir en sus carnes las recetas de los políticos, tienen que padecer su mofa.
La mentira, aunque parezca increíble,
muchas veces se impone a la evidencia. Lo estamos viendo ahora en la agresión a
Siria, los mismos que han urdido el pretexto de las “armas químicas” fueron los
que nos contaron el de las “armas de destrucción masiva” o, sin relatar todos
los cuentos que han hilvanado a lo largo de la historia, la explosión del “Maine”,
en el puerto de La Habana, que sirvió a EE UU para declarar la guerra a España
y arrebatarle Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam. De poco sirve razonar que
los mercenarios de Al Qaeda son mucho peores que el régimen de Al Assad.
Los nazis fueron maestros en
utilizar la propaganda en los medios de comunicación. La propaganda nazi
proporcionó a Hitler un instrumento crucial para adquirir y mantener el poder y
para desarrollar la “Guerra Total” y el “Holocausto”. Pero también ha habido y
hay grandes propagandistas de la mentira en la pseudoizquierda desde Proudhon y
su “Filosofía de la miseria” hasta la política engañabobos socialdemócrata
actual.
Pero, la mentira solo triunfa si
no tiene contestación, necesita de la dictadura, aunque solo sea de facto. El
materialismo dialéctico o un Marx, con su “Miseria de la filosofía”, la
desmontan.
Se ha terminado el verano y se
han ido los turistas que han llegado a España huyendo de los conflictos en el
Norte de África. Las fábricas continúan cerrando y la gente sigue incrementando
las colas del paro. Aunque la venta de coches continúa cayendo en picado, Rajoy
y hasta su homólogo griego, el primer ministro Antonis Samarás, del partido
derechista Nueva Democracia, nos dicen que la economía empieza a mejorar. La orden es mentir.
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