A PROPÓSITO DE LOS JJ OO DE INVIERNO

 

Cuando escribo estas líneas ya se ha celebrado la ceremonia oficial de apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, con la asistencia de mandatarios y representaciones diplomáticas de todo el mundo, salvo de EE UU y sus aliados más incondicionales. Pero, no le voy a hablar de deporte, eso que lo hagan los comentaristas deportivos, le voy a contar algunas cosas muy importantes que están sucediendo tangencialmente en Pekín. Hace pocos días el presidente ruso, Vladímir Putin, envió una emotiva carta dirigida al pueblo chino. Es difícil que las relaciones de amistad y de colaboración en todos los ámbitos entre Rusia y China alcancen cotas más altas. El día antes de la inauguración oficial de los Juegos, Putin estaba en Pekín acompañado de su ministro de Energía, Nikolái Shulguinov, y del presidente de la petrolera estatal Rosneft, Igor Sechín. Tras las reuniones con el presidente Xi Jinping y altos funcionarios chinos Putin manifestó: "Rusia garantizará el suministro de petróleo y de gas a China", y entró en los pormenores: Gazprom, la empresa estatal de gas rusa, ha firmado un nuevo acuerdo de suministro a China de 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año, que llegará desde el Extremo Oriente Ruso, y Rosneft y la Corporación Nacional de Petróleo de China han firmado un contrato para el suministro de 100 millones de toneladas de petróleo a China, que llegarán a través del oleoducto de Kazajistán durante los próximos 10 años y que complementará el suministro de petróleo iraní que llega a China a través de un gigantesco oleoducto, de más de 4.000 kms de largo, que atraviesa varias exrepúblicas soviéticas. Si EE UU pensaban dejar a China sin gas o sin petróleo, va a ser que no. Como habíamos adelantado, el emir de Qatar será recibido el lunes día 7 en la Casa Blanca para darle instrucciones de cómo los piratas piensan robar los contratos de gas suscritos por ese país con China bajo la coartada del desabastecimiento de Europa por el conflicto de Ucrania, por eso en estos momentos miles de trabajadores y técnicos rusos y chinos trabajan a tres turnos, en pleno invierno siberiano, para acabar el último tramo (unos 900 kilómetros) del gasoducto "Gran Siberia 2"  para garantizar el suministro al gigante amarillo. Empezamos a ver las respuestas de Putin al no de la OTAN a las garantías de seguridad. Mientras estas cosas suceden, en  Washington voceros oficiales aseguran que Rusia habría preparado un montaje de un supuesto ataque de Ucrania, con actores como muertos y heridos, para justificar una agresión rusa a Ucrania. En fin, a mí, como español, el montaje que me viene a la mente es el de la explosión del acorazado "Maine", en la Bahía de la Habana, para declarar la guerra a España y arrebatarle Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, y no fue cosa de los rusos precisamente.

Un nuevo mundo, con nuevas áreas de poder y de influencia, se está dibujando en este siglo XXI, y el que se resista al cambio y a adaptarse a las nuevas circunstancias le pasará lo mismo que les pasó a los dinosaurios hace casi 66 millones de años. Mientras EE UU no quiere unas relaciones internacionales respetuosas y entre iguales, no quiere renunciar a su hegemonía, en Asia se está conformando una alianza, un ente no escrito que hemos llamado la "Alianza Continental", cuya influencia comercial y estratégica ya llega a Iberoamérica y a África, y lo hará cada vez más, no basado en el imperialismo y la amenaza de los portaaviones y de la guerra, sino en la amistad y la leal colaboración. Europa, que también necesita materias primas con suministros seguros y a precios estables y razonables, tendrá que decantarse si por tener una política geoestratégica propia y por defender sus propios intereses o por seguir la política geoestratégica y los intereses de EE UU. No solo nos jugamos la economía, nos jugamos la paz.