Hay cosas de las que no se quiere hablar, porque no venden electoralmente y porque dejarían con el culo al aire a los que regalan argumentos estúpidos y falsos como si fueran crecepelos o elixires de la felicidad, entre ellas está un drama que no sale ni en los periódicos ni en los telediarios, el de los pequeños propietarios, gente que en muchas ocasiones pidió un crédito para comprar un piso que alquilaría y que el día de mañana sería para su hijo, por ejemplo. Cuando vivíamos en un mundo medianamente cabal apalancarse podía ser una buena idea, sobre todo si podías conseguir crédito con un interés bajo y no comprabas demasiado caro. Pero, ahora miles de esos pequeños propietarios (que no lo son, en verdad) se ven obligados a refinanciar esas hipotecas que no pueden pagar debido a la prórrogas en el pago de alquileres, okupaciones o prohibición de los desahucios, a veces relacionados con la crisis económica y social producida por la pandemia del Covid-19 y a veces no. No solo eso, además esos pequeños propietarios tienen que hacer frente al pago de gastos como comunidad, impuestos, etc, de la propiedad hipotecada de la que ya no tienen ningún ingreso. Estos días asistimos a la caída de Afganistán en manos de los talibán. Cuando escribo estas líneas los insurgentes ya están a 50 kms de Kabul. Lo que vamos a ver, con el pánico y la huida, me recuerda mucho a la caída de Saigón, pero con una gran diferencia, allí llegaban los comunistas y a Kabul llegan los fanáticos que llevarán a los afganos otra vez a la Edad media. Craso error salpimentado con un montón de muertos, algunos españoles. La Historia, eso sí, con importantes matices, se repite y este inciso viene a cuento de que el desmoronamiento del mercado, perdido el valor del dinero, perdido el precio del trabajo y del esfuerzo, perdida la seguridad jurídica y perdida la vergüenza, también se parece mucho a la caída del Imperio Romano, que tuvo más que ver con el desastre económico que con los visigodos que mandaba Alaric. Hace no mucho tiempo hablábamos de la inflación y de la hiperinflación y de sus peligros, pues bien, según algunos economistas, en los EE UU habría ya una hiperinflación que rondaría el 20%, aunque las cifras oficiales sitúan a la inflación por debajo del 6%, y en la UE, España incluida, por supuesto, las cifras reales de inflación también podrían ser bastante superiores a la oficial que está en torno al 3% ¿Qué supone eso para los pequeños propietarios apalancados con los bancos que tienen que refinanciar sus hipotecas y para los ciudadanos en general?
El gobierno de los EE UU ha elevado el techo de Deuda hasta los 28,5 billones de dólares, una cifra tan bestial es necesaria para seguir fabricando dinero de mentira y repartirlo gentilmente a los particulares, a las empresas y, sobre todo, a los bancos. La gente está encantada, eso de que te ingresen en la cuenta miles de dólares sin dar un palo al agua mola mucho, es el pan y circo de los romanos mientras los bárbaros avanzaban sobre la capital del Imperio. Como también adelantábamos hace poco tiempo, el dinero digital va a ser una realidad incluso antes de lo que pensábamos, no les queda otra a los gobiernos y a los bancos centrales que controlar esa inmensa masa de dinero circulante e intentar evitar el desastre, un desastre que no podrán evitar. Todo el mundo sabe que para que baje la inflación hay que restringir la masa de dinero en circulación, y eso siempre se ha hecho elevando el precio del dinero, con los créditos más caros baja siempre la inflación, el problema es que se ha llegado a una situación económica tan grave y tan de locos que si eso se hiciera los Estados no podrían financiar, ni pagar, sus estratosféricas Deudas (la deuda del pequeño propietario, pero a lo grande) y esa burbuja, la de la Deuda, explotaría provocando la mayor crisis económica, financiera y social de la Historia. Pero, la realidad siempre se impone y no se podrá hacer nada para impedir lo inevitable, si los Estados y los bancos centrales no toman las medidas que hay que tomar las tomará el mercado al margen de ellos. Algunos expertos económicos vaticinan que el desastre llegará el próximo otoño, lo que está claro es que ya no cabe discutir si explosionará la burbuja de la Deuda, solo hace falta saber cuando. Y hay otra cosa que también sabemos, buscarán un culpable, un culpable que no tendrá nada que ver con los verdaderos culpables.
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