Quien diga que sabe lo que pasa en Afganistán es que no conoce Afganistán. Tal es la complejidad de lo que sucede en aquel país desde que los británicos, como en otras partes, trazaron sus fronteras artificiales, que todos los que han intentado controlarlo han fracasado. No se puede controlar el caos para explotarlo en el propio beneficio, y EE UU, se ha dado cuenta de ello en Afganistán y en todos los países donde la desastrosa estrategia elaborada por el general de cuatro estrellas, David Patraeus, que luego llegaría a director de la CIA, se ha intentado implementar. Así que no seré yo el que se atreva a hacer un pronóstico sobre lo que puede suceder en en futuro en Afganistán, porque soy un ignorante más entre la pléyade de ignorantes, eso sí, conozco muy bien España y los países occidentales, sus mentiras, sus meteduras de pata y sus lágrimas de cocodrilo y por ahí va mi análisis: Mientras los periódicos y los telediarios nos inundan de noticias e imágenes sobre la llegada de refugiados afganos a Europa, casi recomendándonos que tengamos un paquete de clínex a mano para enjuagarnos las lágrimas y limpiarnos los mocos, y mientras la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, confirma en su comparecencia en la Base Aérea de Torrejón de Ardoz los contactos con los talibán, nada se nos dice, sin embargo, de las matanzas atroces de los terroristas en las zonas rurales de Afganistán y de los encarnizados combates que fuerzas del Ejército Afgano (es falso que todos han salido corriendo) y de los pastunes mantienen contra los talibán en el Norte, donde han conseguido recuperar el control de varias ciudades. Yo esta película ya la he visto, porque tampoco en la Guerra de Libia nos contaron nada sobre a quienes estaba apoyando la OTAN con sus bombardeos y en la Guerra de Siria se centraron en lo malo que era el "dictador Al Assad", hasta tan punto fue así que solo el veto de Rusia y de China en el Consejo de Seguridad de la ONU impidieron una intervención de la OTAN, azuzada nuevamente por Francia. Había actores muy interesados en que Siria cayera, no en manos del Estado Islámico, sino de la sucursal de Al Qaeda en el país, el Frente Al Nusra, al que luego Petraeus y el príncipe heredero saudí, Mohamaad bin Salman ("el hombre más peligroso del mundo") le cambiarían el nombre para hacer a ese grupo terrorista, que había cometido crímenes horribles en Siria, más presentable. En efecto, una cosa es el Estado Islámico y otra muy distinta Al Qaeda, que fue creada por estadounidenses y saudíes, aunque, eso sí, es tan asesina y tan fanática una organización como la otra. Usted debería empezar a atar cabos si le digo que los talibán son un apéndice de Al Qaeda y enemigos mortales del Estado Islámico. Por este orden, estos son a los que más odian los talibán: En primer lugar a los comunistas, mayoritariamente ateos; en segundo lugar a los chiítas, y eso incluye a los pastunes, que también lo son mayoritariamente; y en tercer lugar al Estado Islámico, sunitas como ellos pero competidores y no al servicio de los mismos amos. El lector inteligente no debe soslayar la referencia a los chiítas, porque lo que se podría estar cociendo tiene mucho que ver con un país de esa rama del Islam y que ¡oh, casualidad! tiene frontera con Afganistán. Irán ya ha cerrado su frontera con Afganistán. Después de la retirada de sus tropas en Irak y en Siria, donde ya quedan muy pocas, la retirada del Ejército de los EE UU de Afganistán significa que, después de muchísimo tiempo, EE UU no estaría metido en ninguna guerra. Recordemos que, desde la declaración de independencia el 4 de julio de 1776, solo durante 16 años de toda su historia como país EE UU no ha estado metido en ninguna guerra. Así que yo, y no sabe usted lo que me gustaría equivocarme, tengo más que fundadas sospechas que los EE UU, y sus aliados de la OTAN, ya están preparando otra intervención armada y esta vez no puedo decir que el asunto tenga ningún suspense: nosotros lo sabemos y a usted ya se lo he dicho. Habrá más refugiados, millones de refugiados, de culturas que no se van a poder integrar en Europa, como no se han integrado en Francia en los últimos 50 años, y nuestros gobernantes nos contarán milongas mientras las sociedades occidentales, con gobiernos al servicio del poder de unos pocos, se desmoronan. "Ni tengo la piel tan dura ni lágrimas de cocodrilo". Santiago Carrillo.
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