Esta es una disyuntiva a la que
la crisis económica asociada al coronavirus va a abocar a algunas empresas,
pero, no se trata tanto de una disyuntiva ideológica, como lo pudo ser en otros
tiempos, como de una decisión que implique la continuidad, la supervivencia de
las empresas, o el cierre y todos los trabajadores a la puñetera calle. Si la
derecha y la ultraderecha españolas no hacen otra cosa que decir que tenemos un
Gobierno que quiere cambiar el régimen a espaldas de los españoles e implantar
el comunismo en España (sí, es delirante, pero lo dicen) pues imagínese usted
lo que dirían si, por ejemplo, el Gobierno de España se planteara nacionalizar
alguna empresa, me refiero a alguna empresa de carácter estratégico y donde
peligraran cientos o miles de empleos. Sin embargo, debemos recordar que España
nunca tuvo tantas empresas de carácter público como durante el régimen
franquista, todos recordamos al INI (Instituto Nacional de Industria) la mayor
corporación industrial de este país durante muchos años. Fueron Felipe
González, y, sobre todo, José María Aznar, los que privatizaron las grandes
empresas españolas de carácter estratégico y otras muchas, la mayoría
rentables, a cambio de las “puertas giratorias” ¿Se acuerda
usted de Josep Piqué, el que fuera ministro de Industria, Portavoz del Gobierno
y luego ministro de Asuntos Exteriores en los Gobiernos de Aznar? pues bien, hay una frase paradigmática de
Piqué cuando siendo ministro de Industria privatizó las principales compañías
eléctricas de este país: “Con la privatización de las Eléctricas habrá más
competitividad y bajará el recibo de la luz” No hay persona peor que un
comunista reconvertido y Josep Piqué militó durante años en el PSUC (el partido
catalán hermano del PCE) y en Bandera Roja, una organización comunista de tendencia maoísta. Paradojas de la vida, exactamente en estas mismas
organizaciones comunistas militó Federico Jíménez Losantos ¿Será el Gobierno de
Trump un gobierno comunista? pues en los EE UU, el país que pasa por ser el
líder mundial del liberalismo, se están nacionalizando empresas, no es la
primera vez que se hace en este país en los últimos años, ya se nacionalizaron
bancos tras la crisis financiero-inmobiliaria de 2.008, ahora el procedimiento
es cambiar ayudas por acciones, los estadounidenses, con su dinero, prefieran
hacerse marxistas que convertirse en las hermanitas de la caridad para los
milmillonarios. En otros países, como en Gran Bretaña y España, también el
Estado se hizo cargo de bancos y cajas de ahorros, pero para sanearlos con
dinero público y luego privatizarlos a precios de saldo. Centrémonos en el
problema más cercano y más urgente, Alcoa: La multinacional norteamericana del
aluminio logró hacerse con la empresa pública española, Inespal, en 1998 y lo
hizo imponiéndose a otros grupos que en su día se interesaron y analizaron el
folleto de venta de la que entonces era una perita en dulce y que planteó el
Gobierno de José María Aznar a través de la SEPI (Sociedad Española de
Participaciones Industriales). Alcoa se hizo con Inespal en unas condiciones
muy ventajosas, pagó 410 millones de dólares por una compañía que en los dos
ejercicios anteriores había dado beneficios, tras haber afrontado, además, un
importante proceso de modernización, pero se le descontaron 200 millones de
dólares de deudas generadas por los procesos de modernización y por inversiones
más otros cien millones tras una serie de reclamaciones. Alcoa consiguió en el
mismo acuerdo un precio especial para la electricidad durante 15 años, un
precio pactado por megawatio, y si luego el precio de la energía subía o se
disparaba era igual, el SEPI se hacía cargo. La disyuntiva entre nacionalizar o
no nacionalizar va a estar ahí y podemos meternos a marxistas o a hermanitas de
la caridad. Les apuesto una mariscada del Cantábrico a que los comunistas
reconvertidos, y sus camaradas derechistas y ultraderechistas de ahora (a los
que les gustaba el INI) nos exigirán que nos metamos a hermanitas de la caridad.
Eso sí, también podemos hacer ambas cosas.
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