lunes, 22 de junio de 2020

LA NUEVA NORMALIDAD

Así, a primera vista, a bote pronto, tiene guasa ¿cómo la normalidad puede ser a la vez nueva? pero, si lo analizamos fríamente veremos que sí, que la expresión es acertada, que volveremos a la cotidianidad de siempre y que también, al mismo tiempo, habrá algo nuevo, lo que antes era normal ahora será igual de normal, solo que peor, eso es lo que tiene de nuevo la normalidad que vamos a vivir ahora. A primeros de marzo casi nadie se había tomado en serio que el Covid-19 podía provocar una emergencia sanitaria a nivel mundial, pero algunos ya se estaban frotando las manos simplemente con el impacto mediático de la por entonces posible pandemia; con un poco de suerte ya tenían una coartada para lo que necesitaban hacer antes de que el castillo de naipes se derrumbara. El mundo capitalista, después de la crisis financiero-inmobiliaria del 2008, estaba, está, inmerso en un brete sistémico a causa de la Deuda de los Estados, la monumental estafa piramidal que se estaba viniendo abajo necesitaba una escusa para que los políticos nos pudieran volver a hacer la puñeta.  Pues bien, en esas estamos, esa es, básicamente, la nueva normalidad. Cada vez que los bancos centrales imprimen papel moneda sin respaldo de valor hay una devaluación, pero ahora las estructuras supranacionales y los instrumentos de intervención que han creado los Estados (económicos, financieros y político-administrativos) impiden que esa devaluación afecte a ese papel moneda  de mentira que imprimen a destajo para tapar los agujeros de unas economías que hacen agua por todas partes. Es decir, no hay una devaluación monetaria como hemos visto en el pasado, antes de la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, o en los años 80, en Argentina, por poner solo dos ejemplos, lo que hay es una devaluación de las condiciones de vida de la gente y una descapitalización de los Estados, cuyos activos, de todo tipo, están hipotecados para siempre. El proceso de extinción de la pequeño burguesía y, en general, de la clase media es paradigmático ¿Estudias o trabajas? esta era la pregunta tipo que se dirigían chicos y chicas al presentarse mutuamente hace 30 ó 40 años, algunos hasta hacían ambas cosas. Nadie se imaginaba entonces que se podía labrar un futuro sin estudiar y sin trabajar porque en el mundo de la gente cabal el esfuerzo es necesario para vivir o, como dirían los creyentes “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Si usted hace ahora una entrevista a pie de calle y les espeta a los entrevistados esa misma pregunta descubrirá, no sé si con asombro, que la mayoría de las personas ni estudian ni trabajan, son pensionistas o viven del cuento ¿cuánta gente trabaja en su comunidad de vecinos? El secreto de que China se haya convertido en la primera potencia económica mundial se fundamenta no tanto en la planificación económica del PCCh, que también, se edifica sobre todo en la cultura del esfuerzo, la del trabajo y el estudio. Usted habrá visto que muchos inmigrantes que viven en España no trabajan y viven de los salarios sociales (ahora también tendrán el ingreso mínimo vital que se sumará a las demás ayudas) pero ¿cuántos inmigrantes chinos ha visto usted que vivan sin trabajar y de los salarios sociales españoles? La crisis sistémica de la falta de planificación, del despilfarro de materias primas, del derroche, de la subreproducción industrial y de la Deuda infinita ha provocado desajustes dramáticos en la cadena productiva, en las estructuras financieras y en la vida cotidiana de la gente, hasta, como hemos visto, en la cultura social. En España, de cerca de 50 millones de habitantes, si contabilizamos no los oficiales, sino los reales, solo trabajan en actividades verdaderamente productivas unos nueve millones de personas, una economía, una sociedad así es, evidentemente, insostenible, y lo mismo sucede en buena parte de los países occidentales. Así que los Gobiernos van a tener que hacer cosas hasta hace poco inimaginables para mantener a tanta gente, a tantas personas que ni producen riqueza ni pagan impuestos ni cotizan a la Seguridad Social. Esa es la nueva normalidad bajo la coartada de la crisis económica asociada a la pandemia del coronavirus, pero, en verdad, era una crisis económica que ya estaba aquí antes.

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