Los que no tenemos sangre azul
sabíamos perfectamente que la infanta Cristina no iba en ingresar en prisión,
pero al menos teníamos la esperanza de que le cayeran un par de años de cárcel.
Ni eso. La estrategia de la infanta y de su defensa ha seguido la moda de las
féminas, esposas de los delincuentes, que hemos visto en otros juicios: “yo no
sabía nada, yo no me enteraba de nada, eran cosas de mi esposo, no sabía que el
Jaguar era un regalo” Ana Mato dixit. No se puede ir pidiendo igualdad y cuando
te sientas en el banquillo adoptar el rol de florero.
A la gente de a pie le llama
mucho la atención, por ejemplo, que a Diego Torres, que gestionaba lo que el
conseguidor Urdangarín lograba, le caiga mas pena que al yerno del rey emérito.
Hasta el mas tonto sabe que si uno no logra obtener dinero el otro no tiene
nada que gestionar. También causa perplejidad que algunas penas de prisión a que han sido condenados subalternos se puedan canjear por dinero. Lo mismo va a hacer
Milagrosa Martínez, la exconsejera de Turismo de la Generalitat Valenciana,
que, además de que también manifestó que no se enteraba de nada, va a canjear
los nueve años de prisión que le han caído por 15.000 euros. El asunto de las
fianzas debería estar prohibido, porque establece una clarísima diferenciación
entre ricos y pobres, pero aún es mas sangrante si las fianzas, como las
multas, se pagan con el mismo dinero que se ha robado. En el caso de la
infanta, como si fuera una retención del IRPF, incluso le van a devolver
300.000 euros.
Los españoles somos perfectamente
conscientes de que no todos somos iguales ante la Ley, pero si está la Corona
de por medio aún menos, eso hasta lo consagra la Constitución. La coyuntura
social no está, sin embargo, para ensañarse con los ciudadanos y para seguir
tomándoles el pelo. A las fuerzas políticas del “Tripartito” (PP, PSOE y Ciudadanos)
les ha parecido bien la sentencia, mientras que a Unidos Podemos, siempre con
la indignación, no.
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