La política tiene mucho de
tragedia, pero también mucho de comedia, el término tragicomedia debería haber
sido inventado para aplicarlo sobre todo a la política. Esto viene a cuento no
solo de las cosas que hemos visto en los últimos tiempos es España, que
también, en concreto me refiero a lo que algunos han escrito y han dicho sobre
las elecciones en los EE UU.
Parece que el triunfo de Donald Trump
ha dejado descolocada a mucha gente, no
solo en USA, también en España y en una buena parte de Europa. Todo el mundo
tiene derecho a equivocarse en sus predicciones y a mostrar sus preferencias,
faltaría mas, pero lo cómico del asunto es que cuando algunos se quedan con el
culo al aire, fuera de juego, es cuando dicen mas tonterías. Yo he escuchado en
RNE, se lo juro por mis muertos, que todos los mandatarios europeos, menos el
húngaro, se equivocaron pensando que iba a ganar Hillary Clinton. Debe ser que
Rusia está en Australia y Vladimir Putín vive en las antípodas. Rusia, no es la
primera vez que lo digo, es el país mas grande y mas poblado de Europa, sin
contar Siberia, que está, como todo el mundo sabe, en Asia. Otra cosa muy
distinta es la Unión Europea. Y, en efecto, fue el presidente ruso,
sorprendiéndonos a muchos, el que antes que nadie apostó por Trump, contra los
adivinos, los pitonisos y las encuestas. Vladimir Putin ya había hecho lo mismo
no hace demasiado tiempo, cuando el intento de golpe de Estado en Turquía,
mientras los EE UU y las cancillerías de la UE esperaban que triunfara el
golpe, el presidente ruso, a pesar del derribo del avión y de que las
relaciones con Turquía pasaban por su peor momento, fue el primero en apoyar a
Erdogán. ¿Tiene Putin una bola de cristal en el Kremlin? por supuesto que no,
pero seguramente es una de las personas mejor informadas del mundo, solo hace
falta ver su currículum. La información por si misma no da poder, pero saber
manejarla sí. Te puede permitir ganar la guerra en Siria y mejorar las
relaciones con los EE UU. También me han hecho mucha gracia las declaraciones
del recién nombrado ministro español de Exteriores, Alfonso María Dastis, en
relación al triunfo de Trump. Sin cortarse un pelo, declaró que una cosa es lo
que se dice en campaña electoral y otra muy distinta lo que se hace luego. Ya sabíamos
que Rajoy había dado la vuelta a su programa electoral como si fuera un
calcetín, y que suele hacer lo contrario de lo que dice, pero su nuevo ministro
de Exteriores ha sentenciado que eso es la norma. Este nuevo diplomático ya ha
conseguido en pocos días que echemos en falta a José Manuel García Margallo.
A pesar de lo que sucedió en el Reino
Unido no hace mucho, pocos fueron los que estaban bien informados del cabreo de
una gran parte del pueblo estadounidense. Las clases medias y los trabajadores
han sido ninguneados y pisoteados por los políticos a la sombra y con el argumento
de la crisis económica. La gente tiene ganas de alzar la voz y de dar un
puñetazo en las urnas para vengarse. Ahora ha tocado Trump en los EE UU, pero
mañana puede ser cualquier otro líder y cualquiera otra formación política en
Europa, sea de izquierda o de derecha, que conecte con los deseos de ajustar
cuentas de esa mayoría silenciosa, mejor dicho, silenciada.
Mientras algunos se la envainan
ante el triunfo de Trump y, como el portavoz socialista en el Congreso, Antonio
Hernando, no se pondrán colorados al defender dentro de cuatro días lo
contrario de lo de defendían ayer, yo no me voy a unir a ese coro. Trump era y
es un impresentable, eso sí, no menos que Hillary Clinton, responsable de
varias guerras y conflictos que todavía están en pleno apogeo.
Se equivocaron casi todos los
analistas y se equivocó el Partido Demócrata, porque yo estoy seguro que el
resultado habría sido distinto con Bernie Sanders como candidato. Se
empecinarán en el error. Allá ellos y allá todos.
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