
Anglicismos y galicismos ya nos
asaltaron hace años, porque algunos, no se sabe muy bien porqué, pensaron que
quedaba mejor poner Snack Bar a su establecimiento que, por ejemplo, Casa Pepe.
Así, a la entrevista se la llamó interviú, al expediente dossier, a la
bicicleta de montaña mountain bike, al disco compacto compact disc, y podríamos
seguir hasta casi el infinito con payasadas similares.
Pero, últimamente, el asunto se
está agravando y las palabrejas ajenas a nuestro rico idioma y a nuestra
cultura crecen sin cesar por todas partes, en los medios de comunicación, en
los centros comerciales y en la calle. No solo dicen tablet en vez de tableta y
smartphone en vez de teléfono inteligente, los nuevos paletos también usan
palabras en idiomas foráneos para anunciar productos, promociones y ofertas que
solo entienden ellos.
En el país del Sálvame de lux, en
vez de lujo, los tontainas son multitud, empezando por las autoridades que no
hacen nada por defender nuestro idioma, que, a pesar de tanto memo haciendo de
quintacolumnista, hablan ya mas de 500 millones de personas en el mundo.
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