
Las atrocidades cometidas por el
régimen marroquí desde la independencia vuelven a la actualidad, estamos
hablando de un reino donde cualquier voz disonante era acallada y donde la
tortura y las cárceles secretas del Atlas formaban parte del entramado
represivo del Estado. Pero, si la oposición interna ara aplastada sin
contemplaciones, mucho peor fue lo que aconteció en el Sáhara tras la retirada
de España. Los saharauis que no quisieron permanecer bajo el yugo marroquí
iniciaron una travesía por el desierto hacia la frontera con Argelia. No todos
llegaron, porque cazabombarderos Northrop F-5 de la aviación marroquí
bombardearon a hombres, mujeres y niños con napalm (bombas de fósforo blanco
con gasolina gelatinosa) en una masacre a la que no se dio publicidad. Al
tiempo, las fuerzas de seguridad marroquíes arrestaron a cientos de personas en
El Aiún y las sometieron a todo tipo de torturas. También se asesinó a muchos
saharauis, algunos incluso fueron enterrados vivos. Entre aquellos patriotas y
entre aquellas víctimas había una muchacha de 20 años, se llamaba Aminatu Haidar,
que hoy todavía siente recato de contar todo lo que le hicieron, entre otras
cosas la tuvieron 3 años con los ojos vendados.
Como sucedió después con los
talibanes y el yihadismo, Occidente y, en particular, los EE UU, utilizaron a Marruecos
como un instrumento mas en la lucha estratégica del tablero mundial, no
olvidemos que Argelia era aliada de la URSS y el Frente Polisario aliado de Argelia.
España, con el tirano caudillo agonizando, obedeció las órdenes de abandonar a
los saharauis a su suerte.
Pero, el pueblo español no los ha
olvidado. Son cientos los niños saharauis que veranean todos los años en casas
españolas y que aprovechan su estancia aquí para operarse y paliar algunas
secuelas de su difícil vida en los campamentos de Tinduf. Condenados a vivir
una vida de miseria cuando son los legítimos dueños de una tierra rica en petróleo
y fosfatos y que tiene la plataforma marítima con mas pesca.
La Justicia no entiende de
componendas y de complicidades, sino de Derecho, y por eso el juez Ruz ha dado
trámite a las denuncias de los crímenes de Marruecos en el Sáhara.
Es de esperar, como ha hecho
siempre, la respuesta chantajista e intimidatoria del reino alauí, y,
seguramente, el Gobierno de España otra vez se baje los pantalones. Pero este
país es un Estado de Derecho y el poder judicial no está a las órdenes del
Ejecutivo. Afortunadamente.
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