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Si usted pensaba que ya lo había
visto todo, estaba equivocado, le faltan muchas cosas aún por ver en este mundo
de locos. La semana del 9 al 15 de mayo ha sido, en este sentido, paradigmática
y en ella hemos visto cosas de las que ya habíamos tenido anticipos. Como
habíamos anunciado, exactamente igual que en los EE UU se ha abierto un
encendido debate sobre el aborto, cuando el país ha entrado en estanflación, en
España también tenemos el nuestro en torno a una nueva ley que prevé cosas como
que las niñas puedan abortar sin permiso de sus padres o que las mujeres puedan
coger bajas laborales indefinidas, es decir, sin limitación de duración, por
menstruaciones dolorosas que nadie puede diagnosticar ¿Había un problema para
las mujeres en las empresas por esa cuestión? En el único país del
mundo donde se ha podido escribir “El lazarillo de Tormes”, seguramente
proliferarán como hongos las “reglas dolorosas” y una medida que aparentemente
va en beneficio de las mujeres las puede perjudicar mucho a la hora de que las
empresas, sobre todo negocios pequeños con poco personal, tengan que escoger
entre hombres y mujeres. Los políticos deben solucionar problemas, no crear
problemas nuevos.
El ministro de Exteriores,
Albares, ha visitado Marruecos para rendir pleitesía al rey sátrapa de aquel
país y lamerle las babuchas, después de que lo hiciera, por exigencia de
Mohamaad VI, el propio presidente, Pedro Sánchez. Una vez que Marruecos ha
conseguido que España, la potencia administradora según la ONU, reconozca la
soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental (y desde entonces hayan aumentado
los crímenes marroquíes sobre la población saharaui) ahora los alauitas quieren
el mayor trozo de la tarta de las aguas de Canarias, donde, al parecer, hay
mucho petróleo. Todo eso sin que, por supuesto, hayan disminuido la presión
migratoria y la reivindicación marroquí sobre Ceuta y Melilla, cuya
apertura de fronteras también decide Marruecos.
Suecia y Finlandia, países hasta
ahora neutrales que no han tenido ningún problema con Rusia desde la Segunda
Guerra Mundial, quieren entrar en la OTAN. La grosera propaganda antirrusa en
las televisiones y en los periódicos, todos los días y a todas horas, no es una
singularidad española, también en los países escandinavos los ciudadanos son
regados de forma inmisericorde con esas “noticias” y esas “opiniones”. Una vez
la gente alienada ya puedes hacer lo que te dé la gana y podrás convertir a los
cabales en belicosos. Otra vez la OTAN, en contra de todo lo que prometieron a
Rusia cuando se desintegró la URSS, vuelve a expandirse hacia el Este, hacia
las mismas fronteras de Rusia ¿Quién amenaza a quién? Permitir que eso
sucediera en Ucrania, el bajo vientre ruso, habría sido demasiado,
evidentemente.
Cuando escribo estas líneas aún
no se ha celebrado el Festival de Eurovisión, como no soy adivino no sé quién
va a ganar, pero no me extrañaría que ganara Ucrania, aunque sus representantes
canten la Tarara. Si ese festival ya tenía mucho de político, la edición de
este año sublimará políticamente a todas las demás. Sin embargo, esta edición
tendrá una característica importante: un país, el más grande y poblado (sin
contar Siberia) de Europa no podrá asistir por las sanciones de todo tipo que
le han impuesto (solo queda sancionar la ensaladilla rusa) por su invasión a
Ucrania, pero otro, Israel, que ni siquiera es europeo, que ha invadido y
robado durante años las tierras a los palestinos, que acaba de asesinar a una
periodista con pasaporte estadounidense (Biden se ha negado a condenar el
crimen) y que incluso ha atacado a porrazos a los que portaban el féretro en el
entierro, sí podrá hacerlo y podrá dar points a Ucrania.
Rusia ha cortado la
electricidad a Finlandia y baraja cortar todos los suministros de gas, petróleo,
y minerales a los países de la OTAN que la acosan. El Oso del Norte, el mayor
exportador mundial de cereales, tendrá este año la mayor cosecha de su
Historia, 130 millones de toneladas, pero las sanciones y la guerra económica
contra Rusia pueden provocar una hambruna en muchos países. Sin embargo, la
gente está encantada pagando la gasolina y el gasoil a dos euros y con la
inflación por las nubes, sigue siendo todo culpa de Putin, en una semana
maravillosa.