Querido lector, por favor, siéntese, no se vaya a caer usted de espaldas, frótese bien los ojos y ponga unas buenas gafas, si las necesita, y pellízquese, para estar seguro que no está en un mal sueño, en una pesadilla. Ahora lea lo que el martes 15 de marzo de 2022, fecha que quedará marcada en la Historia como otro día de la infamia, ha dicho Zelenski, el presidente de Ucrania: "Entendimos que Ucrania no será miembro de la OTAN. Lo entendemos, somos personas razonables" ¿Cuántos muertos, cuanto sufrimiento, cuantos refugiados, cuánta economía y vidas destrozadas ha necesitado Zelenski, y sus padrinos, para llegar a esta conclusión? Cuando Rusia pedía garantías de seguridad, pedía, concretamente, que Ucrania no entrara en la OTAN, porque el Kremlin pensaba, con buen criterio, que un individuo como Zelenski, que confunde las películas donde salía con un subfusil en cada mano disparando a diestro y siniestro, con la realidad, podría, una vez metida Ucrania en la Alianza Atlántica, no solo seguir atacando Donbass a sangre y fuego, como los ucranianos occidentales llevaban años haciendo, podría, con toda probabilidad, incluso atacar Crimea, tierra otra vez rusa donde, en Sebastopol, está la Flota del Mar Negro y península donde hay instalados unos potentes radares de alerta temprana que protegen a Rusia de un ataque de la Sexta Flota y podría desplegar en Ucrania misiles nucleares que tardarían solo cinco minutos en llegar a Moscú. Pues bien, aquellas garantías de seguridad que pedía Rusia se las pasaron por la entrepierna y Zelenski y los que esperaban sacar, como ya han sacado, réditos económicos de todo esto, es decir, EE UU y Reino Unido, dijeron a Rusia que Ucrania entraría en la OTAN si le venía en gana, que estaba en su derecho. Estos días he escuchado yo a mucho irresponsable todavía decir eso mismo, pero si le espetabas que Cuba, por ejemplo, también como país soberano, estaba en el mismo derecho de poner allí misiles nucleares rusos y que eso, a pesar de que fue una respuesta al despliegue de misiles nucleares de la OTAN en Turquía, en la misma frontera de la URSS, casi cuesta una Tercera Guerra Mundial, salían por peteneras. Ya ve usted que el héroe era en realidad un villano y que el "psicópata", el "loco", el "asesino", el "nuevo Hitler" y todas esas cosas, esos calificativos y esos insultos, una larga lista, que hemos escuchado estos días decir a la gente y a los medios de comunicación del presidente de la Federación Rusa, en verdad era una persona cabal a la que no le dejaron otra salida. Si no fuera porque el mayor defecto, si queremos verlo así, del presidente ruso es que nunca perdona a los que le hacen daño, hacen daño a los suyos y hacen daño a Rusia, a mí no me extrañaría nada que Zelenski, después de todo lo que ha sucedido, acabara siendo una marioneta del Kremlin. En fin, cuando alguien está empeñado en suicidarse no puedes hacer nada. No debe olvidar usted lo que hemos visto y todavía estamos viendo estos días, no debe olvidar usted las mentiras, las infamias y las calumnias con las que los medios de comunicación y los políticos nos han regado. Los mismos que arrasaron Irak y arrasaron Libia quieren llevar a Putin al Tribunal Penal Internacional de la Haya y esos mismos han canonizado al impresentable Zelenski y lo han nombrado Héroe del Mundo. Dentro de unos meses cuando la guerra ya haya terminado y veamos en toda su crudeza sus consecuencias, que no solo van a afectar gravemente a los pobres ucranianos, también a todos nosotros, volveremos a hacer un análisis más sosegado de todo esto, como lo hicimos después de lo que sucedió en Libia, donde la OTAN, España incluida, fue a bombardear y a apoyar a mercenarios yihadistas "para llevar allí la democracia". Después de la Guerra de Libia, y de ver sus desagradables consecuencias, no encontramos a los irresponsable que apoyaron aquello, desde el Congreso de los Diputados y desde editoriales en los periódicos, ni escondidos debajo de las piedras, como los cangrejos. Y tampoco encontraremos dentro de unos meses a los del inmenso coro y a los del relato-patraña que todavía nos siguen diciendo hoy, cuando escribo estas líneas, que Zelenski es un cálido héroe cercano a la gente y Putin un frío asesino. Ya puede usted, si le place, levantarse de su asiento. Gracias.
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