A la mayoría de personas no hay cosa que más les fastidie que alguien les diga: "ya te lo decía yo", pero a algunos lo que más nos joroba es acertar cuando anunciamos que van a suceder cosas desagradables y finalmente suceden. A mí muchas veces me gustaría equivocarme. Las cosas desagradable, eso sí, no gustan a nadie. Pues bien, ya dijimos en otras entregas que teníamos la inflación disparada, que la inflación ya se había comido las subidas de las pensiones y del Salario Mínimo Interprofesional y que como no se iba a hacer nada al respecto para revertir la tendencia la inflación continuaría aumentando y la gente perdiendo poder adquisitivo. No tienes ningún liderazgo cuando tus decisiones dependen de poderes no democráticos, de oligopolios, grandes corporaciones, bancos, etc, y de poderes exógenos. El gobierno chino puede tomar una decisión política o económica si tiene voluntad de hacerlo o si lo cree necesario, pero eso no sucede en los países occidentales. Ya hemos visto lo que le han dicho a la ministra Teresa Ribera en Bruselas sobre el precio de la electricidad y como hay que cobrarlo. Así que, con los combustibles por las nubes, las materias primas por las nubes, los cereales por la nubes y la electricidad por las nubes, toda la cadena productiva está seriamente afectada (y todavía no lo hemos visto todo) elevando en octubre en España la tasa de inflación interanual hasta el 5,5%, la mas alta desde 1992. Las consecuencias son malas para todos, pero, como siempre, son peores para los que menos tienen y para los que menos ganan. Pero, además de a los trabajadores y pensionistas, la inflación afectará gravemente a los que tienen unos pequeños ahorros en el banco, ahorros que en muy poco tiempo pueden valer mucho menos de lo que valen ahora. Por supuesto también los autónomos y los pequeños empresarios van a sufrir. Seguramente el único sector que puede salir airoso en esta coyuntura es el de la construcción, por razones evidentes. En Occidente se han estado tomando unas locas medidas para que el crecimiento económico fuera continuo desde que ya en los años 70 del pasado siglo se empezó a manifestar el grave problema de la sobreproducción industrial: globalización, intereses negativos, dinero fiat y deuda estratosférica, los ingredientes para la tormenta perfecta. Ahora no se pueden subir los tipos de interés para frenar la inflación porque la recuperación económica tras la pandemia se vería muy seriamente afectada y porque las gigantescas deudas de los Estados tendrían una amortización inasumible. Los ciudadanos no son muy conscientes de la peligrosidad de la Deuda, aunque les digas que tendrán que pagarla sus hijos y sus nietos con intereses y que estamos hipotecando a nuestros descendientes de por vida, pero, cuando observas que algunas CC AA ya dedican la tercera partida más importante de sus Presupuestos a amortizar Deuda, y que ese dinero no se puede destinar, por ejemplo, a inversiones, que es lo que genera riqueza y puestos de trabajo, la percepción del problema empieza a ser distinta. La inflación alta va a provocar fuertes tensiones políticas y sociales en Occidente, pero, la sangre no llegará al río mientras el crecimiento económico tenga guarismos similares, todo cambiará cuando el efecto rebote se amortigüe y cuando los incrementos de los precios de productos económicamente estratégicos afecten todavía más a toda la cadena productiva, y por tanto, a toda la economía. Entonces la inflación descenderá algo, pero se acabará el crecimiento económico y aumentara el paro. Es la estanflación. Le va a fastidiar, pero se lo tendré que volver a espetar: "ya te lo decía yo".
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