Acontecimientos recientes nos han
vuelto a recordar que tenemos un grave problema que los políticos soslayan, el
problema gitano, esos acontecimientos vuelven a sacar a la luz sus costumbres
aberrantes, la violencia de sus clanes y como se pasan las leyes y las normas
por la entrepierna impunemente. Rusia seguramente es el país menos racista del
mundo, es lógico, a lo largo y ancho de su inmenso territorio hay decenas de
pueblos y etnias diferentes y 50 idiomas oficiales, además del estatal, el
ruso. Eslavos, mongoles, lapones, tártaros, todos son rusos con los mismos
derechos y las mismas obligaciones. Tengo una foto encantadora en uno de mis
libros (escrito por el equipo de Multipress contra la antigua URSS) donde, en
un vehículo acorazado ruso de infantería motorizada se ven los soldados en el
interior y cada uno es de una etnia diferente. Esa es la realidad poblacional
en el país mayor de la Tierra. Pues bien, en Rusia también hay gitanos, también
llamados zíngaros. Como sucede en otras partes es imposible saber su número exacto,
se baraja una cifra en una horquilla entre 180.000 y 400.000, muchos menos que
en España, donde rondarían cerca del millón. Ni Vladímir Putin, al que no le
tose nadie, ha logrado meterlos en vereda, casi ninguno de ellos trabaja, al
contrario que todas las demás etnias, y viven de la mendicidad, las ayudas
sociales y ese tipo de cosas a las que son tan aficionados. Durante la época
soviética los Gobiernos comunistas consiguieron ya un hito, obligar a los
gitanos rusos al sedentarismo, pues en Rusia eran nómadas. Por decirlo de
alguna manera, pusieron la decisión en sus manos: “o acatan las leyes y las
normas de la Unión o los enviamos a Siberia, elijan”. Pero, desde hace unos
años han vuelto a las andadas. Ni siquiera regímenes dictatoriales tan
distintos políticamente como el de Franco o el de Ceausescu han sido capaces de
acabar con el “problema gitano” y seguramente por eso, los gitanos tuvieron que
huir de la India y se diseminaron por Europa. Los nazis tenían una forma
criminal de acabar con los problemas, fueran, o no, verdaderamente problemas, asesinar
a la gente, eso hicieron con los gitanos, como lo hicieron con los judíos, pero
ellos, los nazis, eran, evidentemente, el mayor problema. El problema gitano existe,
eso es evidente, pero ¿quién de todos ha de ser, el que se atreva a poner, ese
cascabel al gato?
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