Proliferan nuevos focos de
Covid-19 en España, que se multiplican en forma exponencial en algunas zonas de
la Península Ibérica, donde más en algunas zonas de Cataluña, amenazando ya a
Barcelona, en el Este de Aragón y en la capital de España, Madrid. Aparece
ahora diáfano que las presiones políticas y económicas para terminar demasiado
pronto con el Estado de Alarma fueron un error, porque fiar la gestión de la
pandemia, que todavía estaba aquí, a las CC AA y a la responsabilidad de los
ciudadanos no está funcionando. Mientras algunos presidentes autonómicos, como
el asturiano, toman medidas muy radicales en la comunidad autónoma menos
afectada de España, priorizando la salud de la gente sobre todas las demás
cosas, suspendiendo, por ejemplo, la Feria de Muestras que tradicionalmente se
celebra en agosto en Gijón, otros, como el presidente de Cataluña, no acepta
los ofrecimientos de ayuda y de colaboración del Ministerio de Sanidad y de la
alcaldesa de Barcelona. El bicho no entiende de colores políticos, ni de
fronteras, ni de independentismos ridículos, ni de ninguna de las chorradas de
los humanos, lo único que entiende, lo único que quiere, es multiplicarse, si
lo dejamos. Tras la finalización del Estado de Alarma y sin ser conscientes que
el descenso de contagios y de muertos se debían precisamente a las medidas de
confinamiento y de control social, la gente ha vuelto a la irresponsabilidad y
al cachondeo, muchos ciudadanos han vuelto a hacer lo que le da la gana. Vista
la manifiesta relajación, algunas CC AA han tenido que dar pasos atrás y se ha
tenido que implantar la obligatoriedad de las mascarillas en casi toda España.
Ahora ya no sirve decir que esto nos pilló por sorpresa y que nadie era
consciente de lo que se nos venía encima, ahora ya conocemos lo que el
coronavirus es capaz de hacer, llenar los cementerios de muertos, así que si
hay que tomar medidas sanitarias de prevención, por radicales que estas sean,
habrá que tomarlas. Si llegamos al otoño con una segunda oleada de la pandemia disparada,
que se puede juntar con la gripe, entonces la catástrofe sanitaria y económica
será completa y al personal sanitario, aunque inequívocamente heroico, no se le
puede exigir ni más heroicidades ni milagros, ya hemos abusado de ellos
suficientemente. No es de recibo, por ejemplo, que se permita que lleguen
personas de otros países a España sin la prueba del PCR en origen, porque los
controles visuales, la toma de temperatura automática y los formularios, que es
lo que se hace en los aeropuertos españoles, ya se ha visto que son
completamente ineficaces para los contagiados asintomáticos. Tampoco se puede
permitir que, por las presiones de empresarios agrícolas y de payeses, se
tolere la contratación fraudulenta de inmigrantes para la recogida de la fruta;
estamos hablando de gente que se mueve entre territorios sin los más
elementales estándares sanitarios y que son el origen tanto de enfermedades que
estaban erradicadas en España como de la trasmisión del coronavirus. Alguien
nos tendrá que explicar cómo es posible que al mismo tiempo que tenemos en
estos momentos, entre apuntados a las listas del INEM y acogidos a ERTEs, más
de cinco millones de parados necesitamos mano de obra extranjera. Algunos
hablaban de regularizar y hasta de dar la nacionalidad a todas estas personas,
pero con papeles y regularizados ya no serían una buena mano de obra para
explotar, como se ha visto en Italia, donde han desechado, precisamente por
eso, estas medidas. Vamos a dejarnos de tonterías y de tomar el pelo a la
gente, porque cuando la cuestión es la vida de las personas y la economía de
todo un país, algo en una pandemia íntimamente relacionado, cualquiera otra es
secundaria. Si el Gobierno Central tiene que volver a tomar las riendas, antes
de que la descoordinación y el libre albedrío nos pasen una factura impagable,
pues, que las tome.
Foto: el documento gráfico muestra los estragos del trabajo intensivo en la lucha contra el Covid-19 en los rostros de los profesionales sanitarios, otras secuelas más importantes no se ven. Eternamente, gracias.
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