viernes, 3 de julio de 2020

EL MONETARISMO LIBERTARIO


La pandemia del coronavirus, y sus consecuencias económicas, no solo ha traído nuevos conceptos hasta hace poco impensables, como el del “capitalismo marxista”, ha resucitado una ideología, que esta sí, estaba completamente muerta, el anarquismo. La verdad es que, si bien la mayoría de regímenes llamados “comunistas” habían desaparecido, el marxismo y muchos de sus principios estaban, y están, más presentes que nunca es las sociedades humanas y en las administraciones públicas. Hoy en día hasta los partidos de derechas, aunque parece que no son conscientes de ello, tienen más de marxistas que de liberales. Lo colectivo prima sobre lo individual, eso ya no se discute hoy ni en sociología ni en economía. A las ideas neoliberales de la Escuela de Chicago, que habían quedado muy tocadas tras la crisis financiero-inmobiliaria de 2.008, les ha venido a poner la puntilla la pandemia del Covid-19. Sin la intervención, en tromba, de los Estados todo se habría ido al cuerno. La iniciativa privada se ha convertido en un concepto vacío en un mundo donde todo, para bien y para mal, gira alrededor de superestructuras económicas, monetarias y administrativas en poder de los Estados. Finalmente, las grandes corporaciones y los bancos no se han podido hacer con el poder, hay una nueva “nomenclatura”, muy heterogénea, que manda. Si el nuevo “capitalismo marxista” es ya una obviedad, está surgiendo otro nuevo concepto del que ya se empieza a hablar en las redes sociales: el “monetarismo libertario”. Desde que el domingo 15 de agosto de 1.971 Richard Nixon declaró la inconvertibilidad del dólar en oro han cambiado muchas cosas. El patrón oro era un sistema monetario que respaldaba el papel moneda y que garantizaba su valor, pero se necesitaba mucho más dinero y poner manipular el mercado monetario. Desde entonces lo único que garantiza el valor del papel moneda es la confianza de los ciudadanos en él. Los bancos centrales, empezando por la Reserva Federal, se dedicaron a imprimir papel moneda a destajo como si fueran cromos, papel moneda sin respaldo de valor, pero que seguía gozando de la confianza de la gente, esta práctica se ha incrementado exponencialmente con la crisis del coronavirus y gracias a ella los Estados han adquirido mayor poder en detrimento de las empresas y de los individuos. Hete aquí que, en este contexto, en este entorno diabólico, como fantasmas del pasado, han reaparecido los anarquistas (si alguien piensa que los mayores enemigos en filosofía económica eran los liberales y los marxistas es que no conoce bien la Historia, los mayores enemigos conceptuales eran los marxistas y los anarquistas, a nadie dio más cera Marx que a Bakunin). El inusitado poder que han adquirido los Estados, algo no previsto, no gusta nada a los libertarios, que no decían nada cuando el proceso, de la mano del neoliberalismo, iba en dirección contraria. Para cargarse a los Estados hay que cargarse su papel moneda y ya había unos instrumentos creados que sirven muy bien para eso: las criptomonedas. Entre las cerca de mil criptomonedas existentes hay una que sobresale, el bitcoin. Se trata de una moneda virtual que alguien, no sabemos quién, con el pseudónimo de Satoshi Nakamoto, creó en 2.008 y que, tras grandes altibajos, ha ido creciendo en popularidad. No voy a entrar en todos los detalles de esta cripmoneda porque son bastante complejos y no se pueden desmenuzar en pocas palabras, solo decir que es una especie de contabilidad virtual compartida donde los protagonistas no son los Estados, ni, en buena medida, los humanos, sino las máquinas. Miles de ordenadores de los llamados “mineros” hacen operaciones constantemente para mantener este sistema monetario actualizado con un consumo de energía, téngase en cuenta, brutal. China, a la que no se le escapa ningún negocio, hace el 70% de esas operaciones que pueden reportar márgenes de hasta el 12%. Pues bien, algunos ingenuos dicen que el bitcoin da libertad individual, que tú eres el protagonista, que nadie te cobra impuestos ni te controla, es el nuevo “monetarismo libertario”. Pobres, todo se sustenta en Internet. El único valor real no es ni el oro, ni el dólar, ni el euro, ni las propiedades, y mucho menos el bitcoin, el único valor real, queridos libertarios, es la fuerza de trabajo.

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