
La primera vez que escuché lo de “pichí”
no sabía a qué se referían. Luego me enteré que así se pronunciaba en italiano
PCI. El Partido Comunista Italiano era el único partido comunista de Europa Occidental
hegemónico en la izquierda, y lo fue todavía más cuando se desintegró, en medio
de un escándalo de corrupción, el PSI de Bettino Craxi. Los comunistas
italianos incluso hubieran llegado al poder gracias a aquello que se dio en
llamar “El Compromiso Histórico”, pero que una “mano negra” impidió con el
asesinato del primer ministro democristiano Aldo Moro. Pero, el PCI, como luego
haría la socialdemocracia europea, empezó un camino que le ha llevado a la
minimización. La izquierda en Italia, en verdad, prácticamente no existe,
porque el Partido Democráta de Matteo Renzi tiene muy poco de izquierda. Eso ha
permitido que emergieran pintorescas fuerzas como el Movimiento Cinco Estrellas,
del que fuera payaso, Beppe Grillo, y que un tipo tan impresentable como Silvio
Berlusconi llegara en su día al poder. Pues bien, cuando la izquierda pierde
todo contacto con la realidad no solo gana la derecha, se va un paso más allá,
gana el fascismo. La ultraderecha europea ha descubierto que la gente está muy
preocupada por el fenómeno de la inmigración masiva y ha arrimado esa ascua a
su sardina. Mucha gente no se ha querido enterar que el Brexit y lo que ha
pasado en Austria está íntimamente ligado a este fenómeno y la ascensión de la
ultraderecha en Alemania, Francia, Holanda, Suecia, etc, también. Por eso, y no
por otra causa, ganó Donald Trump las elecciones en los EEUU. El día 4 de marzo
hay elecciones generales en Italia y la derecha se presenta a ellas en una
coalición de cuatro partidos que incluyen a los neofascistas de la Liga Norte.
No es una casualidad que el eslogan de los de Milán sea “Los italianos primero”,
como el de Trump fue “América primero”. Italia ha cortado la ruta que iba desde
Libia hasta la isla de Lampedusa, una ruta que llevó al país transalpino a centenares de
miles de inmigrantes. Ahora la invasión será por el Estrecho de Gibraltar y España
no está preparada, en ningún sentido, para ella.
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