
En Asturias la “costera del Bonito” es una tradición, como la pesca de bajura y los artes de cerco para obtener anchoa, sardina, xarda, etc. Pero en los últimos 25 años la presión que se ha ejercido sobre los caladeros del Cantábrico ha sido brutal. No solo se han empleado nuevas tecnologías, como el sónar, para localizar los bancos de peces, también nuevos tipos de embarcaciones diseñadas para esquilmar los mares, como los arrastreros, que tiran ya muertos al agua más del 65% de las capturas, los llamados descartes, y dejan los fondos marinos como desiertos. Pero es que, además, el número de barcos de todo tipo que faena es tan alto (hay mas de setecientos arrastreros en el Cantábrico) que todo el mundo sabía que, como con la burbuja inmobiliaria, era cuestión de poco tiempo que se acabara la fiesta, en este caso, el pescado. Se pesca día y noche, incluyendo festivos, sin descanso y sin mesura.
Hace 200 años, para la edad de la Tierra un suspiro, el Mar Cantábrico era un hervidero de vida. grandes cardúmenes de peces lo poblaban y se acercaban a la costa en la época estival, hasta era frecuente ver ballenas y cachalotes que se alimentaban en nuestra costa de los grandes bancos o de calamares gigantes. Especies como el besugo o la merluza, de alto valor culinario, eran muy abundantes. Hoy la situación ha cambiado dramáticamente, no vamos a pormenorizar porque todos los que conocen la mar lo saben perfectamente. El Mar Cantábrico, como está sucediendo con otros en el mundo, agoniza, porque el ecosistema no puede soportar tanta presión ni la falta de nutrientes por culpa del cambio climático.
El atún blanco, el bonito del Norte, se pescaba relativamente cerca de la costa, por eso se sigue llamando costera, donde acudía siguiendo los bancos de peces de los que se alimenta. Pero cada vez hubo que ir mas lejos a buscarlo. El año pasado, sin ir mas lejos, muchos se felicitaban por las miles de toneladas que pasaban por nuestras rulas, un éxito, decían los irresponsables. Pero ya no quedan bonitos, han dejado la especie, como otras, al borde del exterminio. Ahora tienen que ir cerca de Irlanda para poder pescar algunos y eso no cubre ni salarios ni gasóleo.
No vamos a pedir cuentas a los que, por acción u omisión, han destruido una riqueza que no podrán heredar nuestros hijos, eso sí, subvenciones para los que se van a quedar en el paro las justas y los dueños de los barcos que se los coman con patatas. Con los políticos ya hablaremos el 20 de noviembre.
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