
Con los precios de le energía es
la estratosfera, la inflación disparada, los tipos de interés al alza y los
ciudadanos y las empresas sufriendo ya graves dificultades (y aún no
hemos visto nada) ha cundido el pánico en los gobiernos y en la Comisión
Europea; los primeros temen perder las elecciones y los burócratas que no ha
elegido la gente temen perder sus sillones. Von der Layen, cuyo liderazgo ya
quedó muy cuestionado por la gestión de las vacunas, nos ha dicho que prepara
“una intervención en el sistema por sus limitaciones”, ya veremos que otras
medidas estúpidas nos anuncian. Por supuesto, la germana está a las órdenes de
su país, pero Alemania ha perdido autoridad moral en Europa por su supeditación
grosera a los intereses económicos y estratégicos de EE UU. En este sentido, el
canciller alemán, Olaf Scholz, está presionando a la Comisión para que se
pongan en marcha las iniciativas necesarias para eliminar el veto de los
países. El asunto no es nuevo, pero Alemania teme, con razón, de que, ante lo
que se avecina, algunos países rompan su disciplina ¿Hungría, Polonia, Austria,
Italia? Pues, por ejemplo. No era lo mismo la indisciplina por la normativa
judicial nacional, con eso podían tragar, que la indisciplina económica, energética y
estratégica, eso no lo pueden tolerar los que piensan que están bajo el
paraguas americano. Sin embargo, en el contexto que vivimos, Alemania ya no
está en condiciones de pastorear el rebaño. Francia ha dicho nones al gaseoducto
que los germanos querían desde España, Hungría ha firmado un acuerdo con Rusia
para el suministro de 700 millones de metros cúbicos de gas e Italia es una
bomba de relojería a punto de estallar. Las políticas suicidas de sanciones a
Rusia se han unido a otras políticas suicidas, como la manga ancha para la
inmigración irregular ¿De verdad pensaban que eso no iba a tener consecuencias?
La preocupante situación
económico-social en Europa ha provocado que les tiemblen las canillas a los
mandamases. Lo que está pasando en países como Italia no sale en los periódicos
ni en los informativos de la radio y la televisión, pero tampoco lo que está
sucediendo en países europeos muy importantes, aunque no pertenezcan a la UE,
como Reino Unido. Irlanda del Norte y Escocia son placas tectónicas en
movimiento de colisión con Londres que pueden provocar un terremoto. El
problema es que cuando cunde el pánico y se pierden los nervios se suelen hacer
muchas tonterías, más que de costumbre, así que Dios nos coja confesados ante las
ocurrencias que vendrán de Bruselas y de otros centros de decisión, y que nos
servirán, convenientemente salpimentadas, desde los Gobiernos de los Estados.
La concentración de poder, que parecía un proceso imparable, se está diluyendo
como un azucarillo en el café, porque los ciudadanos y las empresas se están
empezando a dar cuenta que los gobiernos y los burócratas de Bruselas no
defienden sus intereses, defienden los de otros y defienden sus sillones. Ya
hay evidentes reacciones que no pueden estabular y que van a ir a más. A pesar
del control social a través de los medios de comunicación, el parné dictará
sentencia de forma inmisericorde. No es de extrañar que esa gente haya entrado
en pánico, porque lo saben.
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