Aunque todavía acaparan los
medios de comunicación, las nevadas y el frío, y sus consecuencias, eso que era
normal hace más de cincuenta años y que los “veroños” y los “veinviernos” nos
había hecho olvidar, van dejando paso al principal problema que tenemos, el
mismo que tiene todo el mundo: la pandemia del Covid-19 y lo que ha traído
consigo. Que los medios de comunicación se hayan centrado en la nieve durante
unos cuantos días ha venido muy bien a los políticos, lo mismo de bien le ha
venido al todavía ministro, Salvador Illa, que, inteligentemente, no ha
dimitido, porque los comicios catalanes se van a tener que aplazar por culpa
del bicho, que a la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz
Ayuso, que hace pocas semanas sacaba pecho, y abrigo verde chillón, para
decirnos lo bien que iba Madrid sin poner tantas restricciones como los
“socialcomunistas” y ahora, cuando Madrid vuelve a liderar los contagios, no dice ni pío. Sin embargo, todas las deliciosas discusiones en las que nos
podemos enzarzar, por muy entretenidas que sean, al virus le importan un
pimiento, el Covid-19 va a lo suyo, que es infectar al mayor número de personas
posible, y le da exactamente igual si el candidato a pasar a mejor vida (es un
decir, porque nadie ha vuelto de allí para confirmarlo y la gente, que no se
quiere morir, no parece estar convencida de ello) es de izquierdas o de derechas.
La esperanza que nos habían vendido para este año se ha esfumado antes de lo
que yo pensaba y volvemos a la lucha y a la realidad; salvar vidas es lo más
importante, que la vida, y no la esperanza, es lo último que se pierde. Los
contagios, con antiguas o nuevas cepas, se están incrementando exponencialmente
y ya estamos muy cerca de superar los peores momentos de la primera ola.
Llegados a ese punto, no van a ser las opiniones de los “expertos” ni del
Gobierno Central o las CC AA las que digan lo que se tiene o no tiene que
hacer. Si las UCIS llegan al límite de su capacidad, algo, me temo, que es muy
probable, esta dictadura, la de la realidad sanitaria, será la que imponga un
nuevo confinamiento total. Los gobiernos tendrán una buena coartada para dar
otra vez este aceite de ricino a los ciudadanos y estos, que ahora no quieren
ni oír hablar de eso, se quejarán entonces de que se ha hecho demasiado tarde.
Hay otra forma de hacer las cosas..aunque seguramente a ud no le iba a gustar..mire, este pais no aguanta otro confinamiento,ni las pocas empresas que quedan rentables,ni por supuesto hosteleria y comercio,sectores que al Gobierno no les importa mucho,porque no les votan..ni tampoco la gente.Otro confinamiento probablemente produciria un estallido social y rotura de la baraja.Los politicos le han cojido gusto a esto de quitarnos libertades..llevamos asi desde marzo y cada vez vamos peor..asi que los arrestos domiciliarios no sirven de nada..como le he dicho al principio hay otra forma de hacer las cosas
ResponderEliminarYo no sé si usted no me ha entendido o es que yo no me he explicado bien. No van a ser los políticos, ni de izquierdas ni de derechas, los que van a decidir eso, lo decidirá, lo repito, la dictadura de las UCI con su saturación. Si esta se da, no quedará otra que confinar otra vez a la población o dejar a la gente morir sin poder atenderla. La elección es clara: mejor pobres, pero vivos, que ricos, pero muertos. Y eso lo apoyará la inmensa mayoría.
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