Pobre Partido Socialista Francés,
pobres militantes y simpatizantes, si los políticos franceses se han reído de los
ciudadanos, los que se llamaban a sí mismos socialistas se han cebado con
ellos. Hollande ha entregado el partido a la derecha (le suena) y el que fuera su
primer ministro, Manuel Valls, le ha puesto la puntilla. “El partido Socialista
está muerto” ha dicho el conspicuo. El mismo individuo que en los encendidos
debates de las primarias socialistas daba recetas y consejos para fortalecer el
partido y ganar las elecciones presidenciales, dice ahora que se pasa al
partido “La República en Marcha” de Macron, sin que ni siquiera lo hayan invitado. También Valls había apoyado a Macron en la primera vuelta de las presidenciales en contra de su compañero de partido, Hamon, que le había ganado las primarias del Partido Socialista. Las ratas
abandonan el barco, pero no para tirarse al océano, sino para subirse en otro y
roer otras maderas. Valls y Macron, Macron y Valls, otra vez compañeros de
correrías para seguir haciendo de las suyas.
Los franceses han tenido que
elegir entre Guatemala y guatepeor y eligieron a Macron, el candidato de la
banca y los poderes fácticos, antes que a la ultraderechista Le Pen, que daba
mas miedo. Pero, lo que estamos viendo y lo que nos queda por ver puede hacen
buena a la líder del Frente Nacional, partido al que le quedan también dos
telediarios ¡Dios mío! a donde se ha llegado.
Los traidores, erigidos ahora en salvadores
de La Galia, ya preparan las reformas que esperan de ellos sus valedores, no
las que necesita Francia. En Román Paladino, son los mismos recortes salvajes
que se han aplicado de forma inmisericorde en otros países. Bajar salarios y
derechos laborales y sociales y subir beneficios. Los pobres mas pobres y los ricos
mas ricos. Esa película ya la hemos visto muchas veces, la dan en sesión
continua. Es una ecuación cuyo resultado dicen que es infinito, pero hay
matemáticos que no aceptan ese guarismo, ese símbolo que los traidores,
relativizándolo todo, quieren imponer como solución, mucho menos si hablamos de
política.
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