
Los Gobiernos socialistas (deje
usted que me ría) de Felipe González empezaron la fiebre privatizadora y los de
Aznar, sublimándola, dejaron el patrimonio público bajo mínimos. Eso sí, aunque
parezca impresentable, muchos de los políticos que protagonizaron aquellas
fechorías desde el Gobierno se sientan ahora en las consejos de administración
de las empresas que ellos mismos privatizaron, algunos sin desarrollar ninguna
actividad. Varias fueron las artimañas que se utilizaron para engañar a los
españoles: nos dijeron que era una exigencia de la UE o que, como nos contó el
entonces ministro Piqué, las privatizaciones traerían mas competencia y bajaría
el recibo de la luz. Que Estados tan importantes de la Unión como Alemania y
Francia mantengan un importante sector público o que la factura eléctrica se
haya cuadruplicado en los últimos años demuestra que solo eran patrañas.
Pero, aún no hemos visto el mayor
escándalo. Ante la quiebra técnica de las Cajas de Ahorros provocada por la
explosión de la burbuja inmobiliaria, el Gobierno de Rajoy se vio obligado a
solicitar 40.000 millones de euros de los fondos de rescate de la UE para
sanear el sector bancario público, una cifra brutal que están pagando los
ciudadanos con sangre, sudor y lágrimas y que, parece ser, no ha sido
suficiente, pues ya se está hablando de pedir otros 20.000 millones. Nadie ha
sido depurado por la pésima gestión que se hizo, ni siquiera se han pedido
cuentas al que era Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez,
que tenía la obligación de vigilar y supervisar la actividad bancaria. Lo mas
fuerte, sin embargo, es que, tras el saneamiento de los nuevos entes que se han
creado merced a la fusión de las antiguas Cajas de Ahorro, se pretende
ofrecerlas al sector bancario privado y a fondos de inversión extranjeros por
mucho menos de su valor real, tanto patrimonial, de activos y lo que ha costado
su recapitalización. Huelga decir que se ha puesto a dirigir las nuevas
empresas bancarias, todavía públicas, a empleados del sector bancario privado,
como, por ejemplo, el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, hasta
hace poco en el BBVA, al que el bipartidismo debe mucho. ¡Las zorras a cuidar
de las gallinas!
El presidente Rajoy ya nos
advirtió que una vez saneado el sector bancario público sería privatizado y
algunos ya se están impacientando y reclamando el patrimonio de todos los
españoles. Será el mayor timo de la historia de nuestro país.
Los ciudadanos se echan las manos
a la cabeza por todo lo que está sucediendo, por los escándalos de Bárcenas o
de los ERES falsos de Andalucía, y dirigen su dedo acusador contra los
políticos empapelados por los jueces. Pero conviene recordar que esos partidos
siguen cosechando millones de votos de los mismos que andan lamentándose y
llorando por las esquinas. La privatización de la banca pública será otra gran
gota en un vaso que parece no colmarse jamás.
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