Los márgenes de beneficio son las
plusvalías que obtiene el capital del trabajo de los proletarios. Se había
aceptado en el mundo capitalista que era justo que empresarios y accionistas obtuvieran
dividendos por su gestión, por invertir su capital o por no hacer nada. El
problema es cuando esos márgenes de beneficio son exagerados y obscenos y los
son cuando la gente peor lo está pasando. Yo no recuerdo beneficios más
exagerados y más obscenos que los que han obtenido los laboratorios y las
empresas farmacéuticas durante la pandemia de la que todavía no hemos salido.
Mientras que esos laboratorios y esas farmacéuticas han ganado en pocos meses
cifras milmillonarias, muchos países pobres no tienen dinero para vacunar a la
gente. Esas empresas privadas ni siquiera tuvieron que invertir dinero para
investigar, se les concedieron ingentes recursos públicos para que lo hicieran,
recursos que nadie controló ni fiscalizó. La obscenidad, evidentemente, no
sería posible sin la complicidad de los gobiernos y de las instituciones
supranacionales.
Ahora estamos en un escenario
económico de hiperinflación y las sanguijuelas hacen lo propio de las
sanguijuelas (no es que sean bichos malos, es su condición) se aprovechan de
las circunstancias chupando todavía más sangre a la gente. Fijémonos en los precios de
los alimentos: no está justificado que algunos alimentos hayan subido muy por
encima de la inflación, lo han hecho aumentando los márgenes de beneficios de
las empresas hasta cotas escandalosas mientras la gente lo pasa mal. Casi no
han subido los precios de los melones y de las sandías en origen, pero en los
supermercados han subido más de un 300%, y así sucede con toda la fruta.
Alguien se está llevando mi queso, y no son los sufridos agricultores y
ganaderos, que sobreviven milagrosamente, son los intermediarios y los actores
finales de las cadenas de producción. Adam Smith nos diría que el propio
mercado se encargará de regular esos abusos y que la libre competencia operará
para corregirlos, pero Marx nos contaría que la libre competencia y el libre
mercado son una quimera en el imperio de los oligopolios.
¿Quién le pondrá el cascabel al
gato, los derechistas que ahora recitan a Marx, los izquierdistas metidos a
seguidores de Smith o los ciudadanos que empezamos a estas hasta los mismísimos
de unos y otros? Veremos.
Hay una cuestion en el ejemplo de los melones..una cuestion que los comunistas siempre olvidan,bien porque no han gestionado nunca nada,o bien por maldad y sectarismo..y esa cuestion se resume en una pregunta..cuanto ha influido en el precio final del melon la subida de los salarios de las personas que intervienen en el proceso desde que el agricultor lo vende y llega al supermercado?..y la electricidad?..y el coste de los combustibles?..esto no va de Marx ni de Smith..esto vá de un gobierno comunista que solo sabe subir impuestos y prohibir,aparte de revolver el gallinero..para otra cosa nunca han servido..ya le dije hace tiempo que el precio de un gobierno comunista y sus fantasias, quienes mas lo van a pagar son sus votantes..por cierto la Yoli tiene alguna solucion para lo que se avecina?..suma,resta o divide?
ResponderEliminarA ver, hombre, no sea usted tan fanático. En mi artículo dejo claro que el margen de beneficio es de un 300% y en eso ya se incluye los costes laborales, energéticos y de transporte, que no son, ni de coña culpa de "los comunistas", pues, salvo en España, en ningún país de la UE están en el gobierno y hay ocho países con más inflación que nosotros. Yo ya sé que ustedes, los de Vox, en algunas cosas, seré benévolo, son muy hipócritas, están contra la inmigración irregular, como yo, pero luego quieren inmigrantes irregulares que trabajen por una miseria recogiendo melones 12 horas al día a 40 grados para que no suba la fruta, y yo estoy también en contra de eso
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