En aquel escrito de primeros de
octubre del año pasado también decíamos cuáles eran las principales causas de
la inflación: “Fabricar billones de papel moneda sin respaldo de valor y
repartirlos gentilmente a particulares empresas y bancos; operaciones
especulativas generalizadas para comprar acciones de empresas petrolíferas y
gasísticas, especulando también en el mercado de futuros de la energía; y el
gran rebote que se produce también cuando has caído muy bajo, y la economía
mundial ha caído muy bajo durante la pandemia”. Perdone el lector por el
refrito, pero a veces conviene refrescar la memoria. Queda diáfano, para el
que quiera verlo, cuáles son las verdaderas causas de la crisis económica que
asola a Occidente, una crisis económica que tiene toda la pinta de empeorar,
porque en vez de tomar las medidas cabales necesarias para enderezar la
situación se está haciendo todo lo contrario. Se ha seguido imprimiendo y
repartiendo dinero fiat, se han añadido las sanciones a Rusia y, además,
tenemos la subida de los tipos de interés como bálsamo de Fierabrás . La tormenta perfecta.
A la gente no se le ha dicho la
verdad, porque los políticos están aterrorizados ante la eventualidad de que la
verdad se sepa. Tras la fechoría de 2008 se fueron de rositas pero esta vez
quizá no se fueran impunemente. Así que las mentiras continuarán hasta el
final, con todas sus consecuencias, que no van a ser buenas. En España hemos
conocido los beneficios récord obscenos de bancos y compañías eléctricas
precisamente cuando más azota la crisis a las familias, que ya no pueden llenar
el carro de la compra, llenar el depósito del coche o encender el aire
acondicionado y a las que amenazan con que se deberán duchar menos para ahorrar
el gas que nos va a negar Putin, mientras es la UE, siguiendo órdenes de EE UU,
la que, en verdad, cierra el grifo del gas ruso, el más barato. Es tal la
obscenidad, y la creciente indignación de los ciudadanos, que el Gobierno ha
tenido que tomar alguna medida llamativa para que la gente se crea que hace
algo contra las corporaciones que se están lucrando con nuestros sacrificios.
Pero, subir los impuestos a bancos y Eléctricas y enterarnos después de que se ha pactado con ellos/llas que se les va a excluir del pacto de rentas que preparan el Gobierno y los poderes supranacionales, que no han elegido los sufridores (del que también habíamos
avisado), es aún más indignante y más obsceno.
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