
La gestación subrogada, a la que
también se la llama “maternidad subrogada”, “maternidad por encargo”, “maternidad
de alquiler”, “subrogación gestacional”, etc, consiste en que una mujer lleva
en su vientre durante nueve meses un hijo que no va a ser suyo, incluso se la
obliga a firmar un documento para que no pueda cambiar de parecer. El embarazo
puede producirse por inseminación artificial, lo mas corriente, o por una
relación sexual normal y puede incluir esperma y óvulos de quien o quienes
hacen el encargo o no. La
mayoría de estar maternidades por encargo las realizan parejas que no pueden
tener hijos o que no pueden, o no quieren, recurrir a la adopción. También personas
solteras o sin pareja recurren a la gestación subrogada. Una gran parte de los
demandantes de este servicio son homosexuales.
Aunque desde el punto de vista
ético la gestación subrogada no puede ser defendida de ninguna forma, lo peor
es que se ha convertido en un negocio repugnante controlado por mafias que
explotan a mujeres en grave riesgo social quedándose con una buena parte de las
plusvalías económicas que generan sus úteros. Son estas mujeres, y no otras de
otra condición social que se sometan altruistamente a esta práctica inhumana,
las explotadas para entregar sus hijos a los que se pueden permitir pagar
grandes sumas de dinero.
Cuando en España, como en la
mayoría de países civilizados, había un consenso político y social sobre
mantener la prohibición de la gestación subrogada, y cuando esto era casus
belli para las organizaciones feministas, hete aquí que Albert Rivera quiere que
esta práctica sea legal en España, eso sí, sin pagar nada para que una mujer lleve
durante nueve meses en su vientre el hijo que le va a entregar a otros. Rivera,
evidentemente, nos quiere tomar el pelo a todos.
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