
El barril de Brent (159 litros)
que es el que se subasta en el mercado de Londres y la referencia mundial del
precio del crudo, está cotizando, cuando escribo estas líneas, a solo 64,41
dólares, cuando el 19 de junio de este mismo año estaba a 115 dólares. Hay varios
factores que influyen en la caída de los precios, desde la sobreproducción, que
ya empezó a ser evidente hace unos años, hasta la atonía de la economía
mundial, que produce el efecto de que las industrias consuman muchos menos derivados
del petróleo. Otro condicionante muy a tener en cuenta es la estrategia de EE
UU y algunos de sus incondicionales aliados de intentar poner a países como
Rusia y Venezuela, grandes exportadores, en dificultades económicas. En esa
labor USA no solo cuenta con el beneplácito de las grandes potencias
occidentales, también con la colaboración de los regímenes feudales de la Península Arábiga,
que se niegan a bajar la producción para que no se derrumben los precios.
Como todo el mundo sabe, la
liberalización de la economía y la libertad de mercado de la que tanto hablan y
se vanaglorian algunos es una quimera, la verdad es que las economías
capitalistas están fuertemente intervenidas, no solo por los Estados, sobre
todo por las grandes corporaciones, los grandes bancos, etc, que hacen que
varios sectores estratégicos operen en régimen de oligopolio, entre ellos el
del petróleo. En concreto, en España son tres grandes compañías las que tienen
el control del mercado, REPSOL, CEPSA y BP, agrupadas en AOP (Asociación
Española de Productos Petrolíferos) que no solo controlan 7.051 gasolineras de
las 8.622 existentes, también dictan los precios de gasolinas y gasóleos.
El precio de los combustibles en
España se distribuye de la siguiente manera: entre el 42,65 y el 47,54%
(según sea gasolina o gasóleo) depende de la cotización internacional
del petróleo, es decir, básicamente de la cotización del barril de Brent; los
costes fijos, entre los que están los gastos derivados de la reserva
estratégica (para 90 días de consumo), el márketing, amortización y
mantenimiento de instalaciones, transporte, etc, representan aproximadamente el
9,5 % y el IVA y otros impuestos entre el 42,69 y el 48,29%. El resto son beneficios,
que, aunque es un porcentaje mínimo del
total del precio de litro, son multimillonarios, pues son billones los litros
consumidos.
Después de lo expuesto, es
evidente que no se puede repercutir en el precio final que paga el consumidor
el mismo porcentaje en que ha bajado el precio del barril de petróleo, pero sí
hay margen para que baje bastante mas de lo que lo ha hecho y con mas
celeridad, porque si bien cuando sube el precio del crudo se repercute al consumidor
final casi de inmediato, cuando es al contrario no hay ese mismo prurito.
Pero, estas cosas no ocurren por
casualidad, porque el Gobierno no está interesado en que baje demasiado el precio
que pagan los consumidores por la gasolina y los gasóleos. Los impuestos que se
recaudan son por litro, no por precio del litro, y una acusada bajada de precios
provocaría deflación, en una economía cuyo consumo interno no acaba de despegar
y donde continuamente se nos dice que las cifras macroeconómicas están
mejorando.
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