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El crimen de los adolescentes
israelíes, como en su día el asesinato del primer ministro de Israel, Isaac Rabin,
está rodeado de sombras. Hamás, que no está interesada en tensar la cuerda
precisamente ahora, manifestó desde el primer momento que no tenía nada que ver
con aquel secuestro. La sospecha de que los servicios secretos israelíes han
podido tener arte o parte en el asunto se baraja ahora lo mismo que se barajó
cuando el asesinato de Rabín, una sospecha que solo descartan los que no
conocen hasta donde puede llegar el Mossad.
Pero, fuere como fuere, en ningún
caso puede un Estado extender su venganza contra todo un pueblo, como tampoco
los palestinos pueden culpar a todos los israelíes del asesinato del joven de
16 años Mohamad Abu Jedeir, que fue quemado vivo, en represalia, por colonos
judíos.
El conflicto entre Israel y los
palestinos no puede hacerse eterno y la comunidad internacional tiene que
intervenir para buscar una solución definitiva. La creación de un Estado Palestino
y la paralización de los asentamientos de colonos son condiciones palestinas
totalmente razonables.
Los sionistas, sin embargo,
tienen sus propias prioridades y, como han hecho siempre, masacrarán otra vez a
la población palestina para salvaguardar sus intereses, acusando a Hamás de
tirar ridículos cohetes artesanales contra el país que cuenta con uno de los
mas poderosos ejércitos del mundo, incluidas las armas nucleares.
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