
Pero la falta de rigor y de seriedad y la mofa a la ciudadanía también se practica desde la oposición. El señor Rubalcaba se despacha criticando la nueva subida del IVA, acompañándonos en nuestra congoja por los males que llevará aparejada. Lo mismo hace el secretario general del PSOE con otras medidas de ajuste aprobadas por el gobierno del PP, como sacar a los inmigrantes irregulares de la gratuidad del sistema sanitario. Pero, tendremos que recordar a D. Alfredo que el Gobierno donde el ocupaba la vicepresidencia también subió el IVA dos puntos, entre otras medidas de ajuste duro, como la elevación hasta los 67 años de la edad de jubilación (y de 15 a 25 años el cómputo para la prestación) la bajada de un 5% del salario a los funcionarios, la congelación de las pensiones, etc. Rubalcaba ha llamado xenófobos a todos los que no comulguen con el cachondeo sanitario, pero va a tener muy difícil convencernos de que es justo que los que han entrado en nuestro país vulnerando la Ley tengan cartilla sanitaria de gratuidad total y un jubilado español con una pensión de miseria, después de cotizar durante toda su vida laboral a la Seguridad Social, no, y de que es posible sostener una sanidad pública gratuita y de calidad abriéndola a todo el mundo.
A pesar de la gravísima situación en que se encuentra nuestro país, los políticos parecen no ser conscientes de ello. Se siguen subiendo impuestos y rebajando salarios, se recortan gastos en infraestructuras, investigación e inversiones productivas, pero no se mete tijera en el entramado que los gestores públicos han tejido durante los últimos 30 años y que es la raíz de nuestros males. Autonomías y ayuntamientos se han convertido en reinos de taifas y en máquinas de derrochar, sin que, de momento, nadie se atreva a ponerles coto. Esa debería ser la principal preocupación de Bruselas.
Lo que mas ha llamado la atención a los millones de extranjeros que nos han visitado este verano es que, a pesar de la precaria situación económica de España, todas las ciudades y pueblos de este país han seguido celebrando sus fiestas patronales sin escatimar en dispendios. Un estudio sobre la suma de los gastos de los eventos lúdicos a lo largo y ancho de esta vieja piel de toro sería muy ilustrativo.
Pero, mientras España está a punto de ser totalmente intervenida, con la consecuencia de la pérdida de una buena parte de su soberanía, y se tambalean los pilares del Estado del Bienestar, continúa la diversión, entre corazonadas y boutades de nuestros dirigentes políticos.
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