
Con la retirada de Julio Anguita y la llegada de Gaspar Llamazares todo cambió. El nuevo coordinador general llegaba desde Asturias, donde IU tenía uno de los mejores porcentajes de votos del Estado y no estaba dispuesto a plegarse a la disciplina y ortodoxia del aparato de su propio partido, el PCE. Uno de los cambios fundamentales fue retomar las ideas estratégicas de Gerardo Iglesias, que habían llevado al partido, en el pasado reciente, a una situación desesperada, es decir, que IU prevaleciera sobre el PCE, eso sí, sin atreverse a decir claramente que este debería desaparecer. Pero hubo otros de gran calado, como permitir que CC OO dejara de ser correa de transmisión del partido. Pero lo mas importante y lo mas nefasto para la izquierda fue echarse en brazos del PSOE, criticando a los socialistas con la boca pequeña por la mañana pero gobernando con ellos por la tarde. La falta del principio de centralismo democrático y de disciplina que supuso la minimización del PCE llevó a situaciones extravagantes donde lo mismo se gobernaba en Euskadi con los nacionalistas de derechas del PNV (¿porqué se escandalizan con lo que ha sucedido en Extremadura?) que se formaban gobiernos de coalición con el PSOE que diluían el propio programa hasta hacerlo irreconocible. El resultado fue que muchos de los votantes de IU le dieron la espalda quedándose en solo dos diputados y perdiendo su grupo parlamentario, un auténtico desastre que ni de lejos se ha solucionado con la llegada de Cayo Lara, que ha seguido empecinado en el mismo error. IU ha renunciado a la hegemonía de la izquierda, pero también a sus principios. Naturalmente nos referimos a la organización, para nada a muchos de sus militantes, votantes y simpatizantes, ni a los que lucharon por la democracia que ahora disfrutamos con sacrificios casi heroicos. Si IU hubiera hecho otras políticas el desgaste socialista le tendría que haber dado grandes réditos, pero, como usted sabe, se los llevan otros.
La dirección de IU de Asturias no se puede ir de rositas con todo lo que está pasando y se está conociendo. Mientras el Bloque por Asturies abandonaba el Gobierno cuando se colmó el vaso de su paciencia con la aprobación de la macroincineradora de Serín, mientras personajes importantes en la lucha por los ideales de la izquierda y la recuperación de nuestra cultura, como Francisco Javier García Valledor, se marchaban a su casa desilusionados, Jesús Iglesias, Noemí Martín y compañía, colaboraban con Areces en sus fechorías, por acción u omisión, y se pasaban las órdenes del PCE por la entrepierna.
Ahora claman al cielo para que el Partido Socialista, el que ha dejado Asturias hecha unos zorros, presente candidato a la presidencia del Principado, ya han dicho que lo apoyarían, como han hecho hasta ahora.
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