EL BIRRETE BLANCO
SI NO HACEMOS NADA, HASTA LOS MUERTOS, CONVERTIDOS EN FANTASMAS CON BIRRETE BLANCO, EMERGERAN DE LAS TUMBAS PARA EXIGIR JUSTICIA.
lunes, 5 de mayo de 2025
LOS SABOTAJES DEL MINISTRO PUENTE
jueves, 24 de abril de 2025
EL MALTRATO
Pero, el maltrato no es solo que te den una bofetada, no es solo el maltrato físico (que condeno, por supuesto) hay palabras y acciones que duelen, que hieren mucho más que un cachete, y en eso las mujeres son maestras, como son maestras en utilizar la intimidad como chantaje, a veces no solo emocional. Yo he visto hombres maltratados físicamente por sus parejas mujeres, pero eso es lo menos frecuente, lo más frecuente es el maltrato psicológico que muchas mujeres ejercen a diario sobre sus parejas, algo que también hacen algunos hombres, pero que muchas mujeres encuentran lo más natural del mundo, se creen validadas, emponderadas, superiores, y se ríen entre ellas cuando lo comentan. Las cámaras y grabadoras instaladas en algunos domicilios y las grabaciones que se pueden hacer con el teléfono móvil, no mienten, y he visto unas cuantas duramente clarificadoras, que no justifican en ningún caso, pero que explican otras cosas.
Lo más tremendo es que frecuentemente, en disputas de divorcios y en algunas otras denuncias, son las propias abogadas (las hay maravillosas y muy profesionales pero las hay adscritas al feminazismo) las que alientan a sus representadas a que presenten denuncias falsas de maltrato o provoquen muy gravemente a sus parejas para obtener una respuesta violenta.
Yo no sé si hay más hombres maltratados que mujeres maltratadas, es imposible saberlo, lo que si sé es que hay muchos hombres maltratados y que de eso no se habla.
miércoles, 23 de abril de 2025
LA IGUALDAD
No creo que haya nadie en Occidente tan idiota que ponga en duda que la igualdad entre los hombres y las mujeres es deseable. Todos entienden a que tipo de igualdad me refiero, porque físicamente no somos iguales. La igualdad ante la Ley, la igualdad de oportunidades, la igualdad salarial por el mismo trabajo. A ningún hombre en Occidente, y en buena parte de Oriente, le gustaría que su madre, sus hermanas o sus hijas no tuvieran el derecho a la igualdad. Durante muchos tiempo las mujeres no han disfrutado de esa igualdad, y no disfrutan, ni de lejos, de ella en muchos países y en varias culturas y religiones. Pero, esa sociedad patriarcal (ya hemos hablado de que, durante mucho tiempo antes, fue matriarcal) ha cambiado en los últimos años muy rápidamente en Occidente y en algunos países de Oriente. Lo que en principio era algo de justicia, bueno y deseable para cualquier persona de bien, ha pivotado hacia una situación, la actual, donde esa igualdad no es tal, para nada; la mujer tiene más derechos que los hombres, disfruta de leyes (claramente inconstitucionales) que la favorecen y esa igualdad se ha edificado sobre las cenizas de los derechos de los hombres, de todas las personas. Los grupos feministas y los partidos políticos y movimientos interesados en destruir a las familias utilizan el argumento de la igualdad, no ya como bandera, sino como estilete. Que por el mismo delito al hombre le caiga más pena que a la mujer (agravante de género) es de juzgado de guardia, nunca mejor dicho. Que la custodia de los hijos cuando hay separación o divorcio (eso conlleva el disfrute del domicilio y las pensiones a los hijos) sea otorgada en la mayoría de los casos a los mujeres no es igualdad. Seguramente hay casos, no diré que no, pero, a lo largo de mi vida he trabajado en varias empresas donde había hombres y mujeres y nunca he visto que, por el mismo trabajo, el salario no fuera el mismo. En muchas profesiones bien remuneradas las mujeres ya son mayoría, un ejemplo paradigmático es la judicatura: En España hay 2315 jueces y 3101 juezas, aunque, muy graciosamente, esos grupos feministas y esos partidos políticos acusan habitualmente a la judicatura de machista. Para llamar machista a una jueza hay que tener mucha cara dura y mucho aplomo. Otro argumento que frecuentemente esgrime el feminazismo sobre la igualdad es que las mujeres no están igualmente representadas en los consejos de administración, por ejemplo. Puede ser, pero los hombres tampoco lo están ya en los gobiernos (véase el de España, donde llegó a haber 14 mujeres y solo ocho hombres) ni en los cargos más representativos de la UE ¿Han puesto el grito en el cielo los hombres por eso? Llama la atención que las mujeres no reivindican la igualdad para ir a los lances bacaladeros a Terranova, a 20 grados bajo cero, o para subirse a un andamio, a 30 metros de altura a colocar ladrillos, “eso es cosa de hombres”. Tampoco hubo ninguna reivindicación feminista, cuando existía en España el Servicio Militar Obligatorio, exigiendo que las mujeres fueran también a la “mili” como los hombres. Y si entramos en el asunto de los cupos, donde para acceder a un trabajo importa más el sexo, el género, que el mérito, es para mear y no echar gota. Así que una cosa es la igualdad y otra muy distinta la ley del embudo, ancho para mí y angosto para ti ¿Entendido?
viernes, 4 de abril de 2025
Y EN ESO SE CAYERON DEL GUINDO
martes, 25 de marzo de 2025
EL FIN DE LA GUERRA EN UCRANIA
jueves, 6 de febrero de 2025
LA DEPORTACIÓN DE LOS GAZATÍES
lunes, 16 de diciembre de 2024
LA FAMILIA Y LA NUEVA REVOLUCIÓN SEXUAL
La incorporación de la mujer al trabajo, permitiendo una mayor independencia económica, tiene mucho que ver con los nuevos roles hombre-mujer y con la nueva revolución sexual a la que asistimos. Lo de los años 60 del siglo pasado, con el movimiento hippie, no fue una revolución social y sexual porque no estaba directamente relacionada con los condicionantes económicos. De hecho, muchas de aquellas parejas que en un momento fueron promiscuas y se permitieron todo tipo de excesos, también sexuales, acabaron en matrimonios tradicionales y siendo padres y madres como lo fueron los suyos. ¿Estoy yo en contra de la incorporación de la mujer al trabajo? No ¡por Dios! solo constato que eso tiene consecuencias y, para mí, no son todas buenas. Los hombres ya pasaban muchas más horas al día con sus compañeros de trabajo que con sus esposas y sus hijos, y ahora eso también lo hacen las mujeres, que interactúan en el trabajo con los hombres Esas interacciones personales en la mayoría de las ocasiones no tienen consecuencias perniciosas, pero en muchas otras si. La mayoría de las infidelidades se fraguan en los puestos de trabajo. Que los hombres eran "infieles por naturaleza" era una patraña, si había hombres infieles era también muchas veces porque había mujeres infieles o porque los hombres tenían que recurrir a la prostitución (algo que, por supuesto, no defiendo) por diversas causas que no vamos a analizar ahora.
En la mayoría de las rupturas matrimoniales o de pareja la infidelidad y la falta de respeto (para decirlo de una forma suave) son las causas principales y, como saben bien los abogados/as de familia, ya son más las provocadas por las mujeres que por los hombres. Hay condicionantes muy poderosos que ayudan a esto, no solo la mayor independencia económica de las mujeres, también que, merced a unas leyes muchas veces estúpidas, las mujeres salen casi siempre beneficiadas económicamente en los casos de divorcio y que, además, incomprensiblemente, la infidelidad no es ni una causa dolosa ni penaliza de ninguna manera al infiel, al traidor, sea este hombre o mujer.
No podemos olvidar la importancia que las nuevas tecnologías están teniendo en los nuevos roles hombre-mujer y en la nueva revolución sexual a la que asistimos. En concreto, las redes sociales, como WhatsApp y otras, se han convertido en un arma de destrucción masiva de parejas y matrimonios. La gente dice y hace cosas en las redes sociales que nunca se atrevería a hacer en persona y es muy frecuente que las conversaciones banales avancen rápidamente hacia interacciones muy personales incluyendo incluso fotos y vídeos de carácter íntimo, que luego se trasladan a las interacciones en carne y hueso. Aún no hemos visto nada, porque la IA promete. En resumen, asistimos en vivo y en directo a la destrucción de la familia y me temo que no vamos a poder hacer nada para evitarlo.