La decisión de EE UU de utilizar sus misiles de largo alcance para atacar a Rusia en su profundidad, constituye la última línea roja que Rusia no puede aceptar. Esos misiles necesariamente tienen que ser operados por personal estadounidense y necesitan del apoyo satelital, para direccionarlos, de los satélites GPS de EE UU. Es decir, EE UU, ya sin tapujos, está atacando a Rusia. Esos misiles no solo pueden impactar en el Kremlin, los rusos no pueden saber si portan cabezas de combate convencionales o nucleares, por lo que podrían ser usados para asestar un golpe nuclear por sorpresa sobre Rusia en un momento dado.
El expresidente de la Federación Rusa, Medvédev, lo ha dejamos muy clarito: "Quizás Biden decidió irse a lo lindo de la vida, llevándose consigo a gran parte de la humanidad". "Moscú tendrá el derecho a responder con armas de destrucción masiva tanto contra Kiev como contra los propios miembros de la Alianza Atlántica".
EE UU y sus secuaces occidentales llevan mintiendo desde que se desintegró la URSS. Siguieron ampliando la OTAN hacia el Este, atacaron Yugoslavia, fabricaron "revoluciones de colores" en las mismas fronteras de Rusia, financiaron y promovieron el golpe de Estado del Maidán en Ucrania para apoderarse de Crimea y del mar Negro. Pero se han hartado de decirnos que el malo de esta película es Putin. Mintieron como bellacos en los acuerdos de Minsk y Ankara, que no cumplieron, dijeron que los rusos iban a perder la guerra, que tenían que utilizar chips de lavadoras para sus misiles y sus tanques, que la inflación era culpa de Putin, etc. Hasta volaron los gasoductos del Báltico que abastecían de gas ruso barato a Alemania. Pero, la realidad es tozuda, es Rusia la que va ganando y todos los que se subieron al carro belicista contra Rusia sienten ahora el vértigo de la derrota recorrer sus espaldas. En su desesperación, pues, además el Imperio y países como Alemania están en franco retroceso, pueden llevarnos a la Tercera Guerra Mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario