Recuerdo muy bien el golpe de Estado en Turquía contra Erdogan en julio de 2016; aquella noche, entre el día 15 y 16 de ese mes, fui testigo, en directo, de los acontecimientos que sucedieron en el puente sobre el Bósforo mediante una cámara que trasladaba las imágenes a una página de Internet y que los golpistas no destruyeron, una página de Internet que sintonicé casi por casualidad. Ver a los tanques disparar sobre los cientos de personas que se les enfrentaban fue muy fuerte, muchísimo más fuerte que aquellas otras imágenes de un manifestante que se enfrentaba en la Plaza de Tiananmén a otro tanque, este chino, que hacía ingentes esfuerzos para no atropellarlo. Las primeras imágenes no las pusieron en ninguna televisión, las segundas nos las han puesto mil veces. Aquel golpe fracasó, porque una parte de los militares no quisieron seguir adelante con la matanza. Pero, lo más importante fue quién estuvo detrás y las reacciones de las cancillerías, que se iban produciendo minuto a minuto, algunas, de forma muy llamativa, esperando el desenlace de los acontecimientos. El acercamiento a Rusia de Erdogan no había gustado y enseguida los servicios secretos turcos averiguaron que detrás estuvo la CIA, que utilizó los contactos de un clérigo turco que residía en EE UU. Había amplia experiencia, pues ya se habían dado tres golpes de Estado en el país otomano auspiciados por los mismos.
Mientras en Georgia se organiza una segunda parte de la "revolución de color", porque el parlamento del país ha prohibido las organizaciones que reciban más de un 20% de financiación del exterior, y mientras le quieren dar otro golpe de Estado a Erdogán, también tirotean al primer ministro de Eslovaquia, que se niega a enviar armas a Ucrania. En el trasfondo de todo ello está Rusia; pero no es Putin el que ordena, y los servicios secretos rusos llevan a cabo, golpes de Estado, atentados terroristas y magnicidios, son los EE UU, sus servicios secretos y, por acción u omisión, sus secuaces de la OTAN y sus aliados nazis. Nada tiene que ver la ideología de las víctimas, que es muy plural, solo que no se pueden oponer a las órdenes de Washington. Esa es la democracia de la OTAN ¿Será Orban el siguiente? Al mismo tiempo, las tropas rusas, que, según nos decían, iban perdiendo y tenían que usar chips de lavadoras y frigoríficos en sus misiles (La Razón) siguen avanzando y liberando localidades en las regiones rusoparlantes de Ucrania y Zelenski tiene que suspender su viaje a España "ante la gravedad de los acontecimientos".
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