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Un Estado puede quebrar lo mismo
que puede quebrar la economía de una familia, aunque los Estados se han
preocupado a lo largo de la Historia de dotarse de las medidas necesarias para
que eso no se dé, o, al menos, para que eso no se vea o no sea totalmente
explícito. Son muchos los países occidentales que están endeudados hasta las
cejas, el más endeudado de todos, en relación con su Producto Interior Bruto,
es Japón, pero el más endeudado en cantidad monetaria es, con mucho, EE UU, que
en enero de este año ya había sobrepasado el techo de Deuda Pública autorizado
por el Congreso, que era de 31,381 billones de dólares. Si la cifra le parece
de tamaño sideral, la real, pues hay partidas autorizadas a no ser computadas
como gasto, y, por tanto, de forma manipulada, no engordan ni el déficit ni la
Deuda, puede ser bastante superior. Algunos expertos estiman que la Deuda
Pública real de los EE UU podría estar en torno a los 36 billones de dólares.
En EE UU, el nivel de Deuda Pública lo establece, mediante tope, la Cámara de
Representantes, esto es así desde principios del siglo XX. Hay países, como
Polonia, donde la Deuda se topa de otra manera, por ejemplo, con un tanto por
ciento sobre el PIB, que en su caso es del 60%. En otros muchos, como España,
no existe ningún control o, para ser rigurosos, los únicos controles que existen
son los del mercado y Bruselas, el primero inmisericorde, el segundo muy
flexible según interese. A pesar de que la Deuda Pública de EE UU no ha hecho
más que crecer, el Presupuesto Federal, año tras, año, también ha crecido muy
imprudentemente y, lo peor, aún ha crecido más el déficit. Veamos: si en 2022
el presupuesto USA fue de 5,8 billones de dólares, con un déficit de 948.100
millones de dólares y en 2023 el presupuesto es de 6,2 billones de dólares y se
preveía bajar el déficit un 4,5%, la realidad es que la administración Biden ha
elevado el gasto muy por encima de lo presupuestado, a pesar de que, merced a
la inflación, también ha tenido bastantes más ingresos. En concreto, el gasto
se ha disparado en Defensa y en las partidas milmillonarias de ayudas a Ucrania
en la guerra que Occidente mantiene contra Rusia, hasta sobrepasar, como hemos
dicho, el techo de Deuda. Ahora EE UU está ante la disyuntiva de gastar menos,
lo que no va a hacer, o recaudar más vía impuestos, algo que ha prometido
Biden, pero que está por ver. De hecho, el presidente de los EE UU ya ha
presentado unos presupuestos para 2024 de 6,9 billones de dólares con un
déficit de 1,9 billones. De locos.
Ni demócratas ni republicanos quieren
que el país entre en suspensión de pagos, eso sería tremendo, no solo de cara a
sus propios ciudadanos, también de cara al exterior, porque con ello se
derrumbaría el dólar y la confianza en la primera economía del mundo. También
sería una baza enorme para Rusia y China, países que no tienen problemas de
Deuda Pública y que están prestos a sustituir la unilateralidad de EE UU por la
nueva multilateralidad, donde países de economías emergentes, como India,
Brasil, etc, podrían tener mucho que decir. Los republicanos, por tanto, no van
a ser reticentes a aumentar todavía más el tope de Deuda, pero exigirán a los
demócratas un recorte de los gastos y del déficit y que no haya más subidas de
impuestos. Es decir, Biden tendría que hacer la política del Partido
Republicado, repartir menos dinero gentilmente y, por tanto, perder las
elecciones de 2024. Yo creo que no será así, Biden recurrirá a la Reserva
Federal (aunque en teoría es un órgano independiente) para que esta le dé otra
vez a la máquina de hacer billetes, y con ese dinero fiat, sin respaldo de
valor, amortizar Deuda mediante la compra masiva de unos bonos que nadie cabal,
lógicamente, querrá comprar. Una política hacía el abismo que impedirá controlar la
inflación y que aumentará la insolvencia de EE UU y de todos los que están
apalancados con el dólar. En fin, seguramente Biden y Sánchez coincidirán
también en su gusto por el suicidio, no el personal, naturalmente, el de su país.
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