
Por si había alguien que aún no
se hubiera caído del guindo con todo lo que está pasando en Ucrania y, en un
marco más amplio, con la loca estrategia de EE UU de volver a la dinámica de
bloques militares enfrentados, a una guerra que ya no es fría, ya es más que
templada, y a la pretensión de intentar seguir mandando en al menos medio
mundo, a costa de lo que sea, incluso poniendo en peligro la supervivencia de
la humanidad y de la Biosfera completa, lo que ha publicado en su blog el
legendario periodista y reportero estadounidense, Seymour Hersh, premio
Pulitzer en 1970, por tremendo, deja completamente diáfano lo que queremos
señalar. Había muchos cándidos que habían tragado la patraña de que había sido
Rusia la que se había volados sus propios gasoductos, tres de las cuatro
tuberías que llevaban gas desde cerca de San Petersburgo hasta Alemania. No era
lógico, porque, uno, Rusia no tenía ninguna intención de cortar el gas a Europa
(ni siquiera hoy) y, dos, los rusos tenían las llaves de paso, con cerrarlas
hasta que escampara habían tenido suficiente. Seymour Hersh da todo lujo de
detalles de cómo se llevó a cabo la operación, de cómo se planificó con meses
de anticipación, de qué países participaron y quién dirigió el cotarro: “Joe
Biden decidió sabotear los gasoductos Nord Stream después de meses de
discusiones secretas con el equipo de seguridad Nacional”. “Buzos de la marina
estadounidense colocaron los explosivos bajo los gasoductos en junio de 2022,
aprovechando unas maniobras militares (Ejercicios BALTONS 22, de la OTAN) en la
zona. Tres meses más tardes los dispositivos fueron accionados de forma
remota”. “Mientras Europa, y concretamente Alemania, siguiera dependiendo del
gas ruso barato, Washington temía que fueran reacios a implicarse más en la guerra
suministrando a Ucrania grandes cantidades de dinero y armas”. “Al principio la
Marina propuso utilizar un submarino para asaltar los gasoductos directamente,
mientras que la Fuerza Aérea pensó en lanzar bombas con espoletas retardadas
que podían activarse de forma remota. No obstante, la CIA insistió en que
cualquier método tenía que ser encubierto, esto no es cosa de niños, dijeron, y
agregaron que si el ataque era rastreable hasta EE UU sería interpretado como
un acto directo de guerra”. “Para llevar a cabo la operación se solicitó la
ayuda de varios países, entre ellos de Noruega, Suecia y Dinamarca. Los
noruegos odian a los rusos, se dijeron, y la Armada Noruega tiene excelentes
buzos de aguas profundas, con experiencia en explotaciones petrolíferas, por si
fueran necesarios”. Recordemos qué país, además de EE UU, se ha beneficiado
ahora vendiendo su gas a Alemania al triple de precio del gas ruso. En fin, el
famoso periodista norteamericano relata la secuencia de los acontecimientos
entrando hasta en el más mínimo dato, con toda su logística y con sus tiempos.
Pero, conviene recordar ahora que ya antes de la intervención rusa en Ucrania
EE UU no había permitido a Alemania abrir el Nord Stream 2, completamente
terminado y con presión de gas para bombear desde Rusia en cuando los germanos lo
decidieran e incluso que ya habían amenazado con volarlo. EE UU, por supuesto, lo ha negado todo, pero el gobierno de
Washington no ha presentado ninguna demanda contra el periodista. Qué tenga
cuidado el valiente no resbalar en una pastilla de jabón. Edward Snowden, que tuvo que huir
a Rusia para salvar la vida, ha dicho al calor de todo esto: “¿Pueden pensar en
cualquier ejemplo de la Historia de un operativo secreto del que la Casa Blanca
Blanca era responsable, pero lo negó firmemente”? Ya que el exiliado me pone en
esa tesitura, pongamos el ejemplo de la voladura propia del acorazado “Maine”
con toda la tripulación dentro, para declarar la guerra a España y arrebatarle
Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam.
El señor Borrell nos ha dicho que
hay que tener cuidado con los “medios de desinformación rusos”, esos medios que la UE y los gobiernos occidentales han censurado, mientras nos inundan de propaganda y de mentiras. Pero, cachis
en diez, cuando las noticias vienen de un periodista de prestigio desde EE UU,
la cosa cambia.
No serán unas decenas de tanques,
serán cientos (solo Alemania unos 200) y no sabemos lo que podrá venir detrás ¿aviones
de combate? Mientras en España los de nosotros, nosotras y nosotres están
preocupados por los perros de caza (que me parece muy bien) nuestro país envía
a Ucrania decenas de carros blindados y de tanques de batalla, entre toneladas
y toneladas de armas de todo tipo. Muy progresista no parece eso. Los del “No a
la Guerra” están desaparecidos, ahora que tenemos la guerra en Europa ni sienten especial prurito por ella. Los otrora organizadores y el aparato mediático hacen ahora exactamente lo mismo, pero al revés, de lo que hicieron cuando las
movilizaciones contra la Guerra de Irak ¿Pasaría lo mismo si el PP estuviera en
el Gobierno? Es imposible saberlo, pero, no me extrañaría, en Estrasburgo salvo
los húngaros y cuatro gatos más, todos aplauden a Zelenski hasta con las
orejas. Un consejo de amigo: No se fíe de los políticos que hay en España y en
Europa, defienden intereses que no son los nuestros y que frecuentemente actúan contra nosotros, como ya estamos hartos de ver.
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