
Aunque las autoridades monetarias
europeas se han estado resistiendo como gato panza arriba, finalmente el BCE ha
seguido la misma senda que la Reserva Federal de EE UU, es decir, subir otra
vez, y su presidenta, Cristine Lagarde, ya nos ha dicho que no será la última, los
tipos de interés, en esta ocasión en ¾ de punto. Son muchos los economistas que
coinciden en que esta no es la medicina adecuada para la crisis que padecemos,
porque no estamos, como en otros ciclos económicos que hemos visto a través de
la Historia, en una crisis de consumo, esta es una crisis monetaria, por mucho
que hayan querido culpar a Putin de la inflación. Pero, en fin, algo tienen que
hacer los gobiernos y los burócratas de las instituciones supranacionales,
incluidos los bancos centrales, para intentar solucionar la que han liado y
recurrir a elevar el precio del dinero, es decir, que los ciudadanos y las
empresas paguen sus ocurrencias, es de libro. Así que hemos pasado de tener
intereses hasta negativos a un 2% en muy poco tiempo, lo que ha disparado el
Euríbor y, en consecuencia, las hipotecas. Habíamos dicho hace tiempo que todo
ese dinero fiat que han estado fabricando y repartiendo gentilmente (siguen
haciéndolo) finalmente lo tendrían que valorizar los ciudadanos con sus
sacrificios, pero yo tengo serias dudas de que con este tipo de sacrificios se
vaya a valorizar el dinero sin respaldo de valor y los mercados piensan también
así, porque la subida de los tipos de interés en Europa no ha tenido ningún
efecto sobre la cotización del euro con respecto al dólar y la divisa europea sigue
manteniendo la paridad que ya tenía desde hacía unos cuantos días ¿Cómo serán
de graves los problemas económicos en la UE para que el euro haya caído
hasta cotizar en paridad con el dólar, una moneda sobre la que actualmente hay
que tener mucha fe para creer en ella? Los españoles que tienen una hipoteca,
que son muchos, van a pagar, de media, entre 200 y 300 euros más al mes, algo
que puede suponer la puntilla para muchas economías familiares que ya tienen
que hacer juegos malabares para llegar a fin de mes. Falta cada vez menos para
las elecciones, unas elecciones donde los políticos se juegan su modus vivendi, por eso harán lo que sea necesario para no perder votos, si hace falta engañando a la
gente y/o con juegos de triles, que viene a ser lo mismo. El Gobierno del señor
Sánchez ya tiene preparado un acuerdo con la banca para alargar el tiempo de la
amortización de las hipotecas y que no se le desmande el rebaño. O sea,
hipotecas que ya eran casi de por vida pasarán ahora a nuestros hijos y
nuestros nietos, pero, eso sí, seguiremos pagando lo mismo al mes. No me diga
usted que no es maravilloso.
Tras las últimas estimaciones de
voto del CIS, las únicas que daban unos resultados contrarios a todas las demás
encuestas, no debemos descartar que entre todas las cosas que se piensan hacer
para llegar en las mejores condiciones posibles a las elecciones esté también
cocinar datos y alterar estadísticas. Recordemos que en estos momentos todas
esas teclas dependen directamente del Gobierno, que no es lo mismo que del
Estado. En este sentido, sería muy grave (no digo extraordinariamente grave y
explico por qué) que también se maquillaran o se alteraran las cifras
macroeconómicas que tienen una repercusión directa en la propaganda y en los
pagos enormes que tiene que hacer la Administración, por ejemplo, a los jubilados.
Recordemos que cuando Mariano Rajoy y el PP llegaron al Gobierno constataron
que Zapatero y los suyos, a la vez que repartían dinero público para comprar
votos, habían maquillado el déficit nada menos que en tres puntos. ¿Se podría
alterar y mentir también sobre el dato de inflación? Por supuesto, Grecia lo
hizo para entrar en la moneda única. A mí me extraña mucho que mientras
Alemania, Italia, Reino Unido, o Países Bajos han tenido una inflación
interanual este octubre del 10,4; 11,9; 10,1; y 11,3 respectivamente, España
haya bajado su inflación un 1,6% en solo un mes, hasta el 7,3%, (que sigue
siendo muy alta, eso sí) porque no veo razones objetivas para ello. El caso de
Francia, con una inflación de “solo” el 5,6 %, se entiende porque su mix
energético y el control del Estado sobre los precios de la energía lo
consiguen. Por supuesto, una fechoría de este calibre sería gravísima, pero, yo
ya he visto fechorías gravísimas en este país y no ha pasado nada.
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