Las cifra de inflación de noviembre en España, del 5,6%, la más alta en casi treinta años, como consecuencia de la subida generalizada de los precios, está echando por tierra las subidas sociales del Gobierno, como las del Salario Mínimo Interprofesional y las pensiones, que, lejos de ganar poder adquisitivo, que es lo que se quiso vender, van a perder mucho poder de compra. El Ejecutivo de Sánchez no es el culpable de que la inflación esté disparada, porque la inflación de noviembre en Alemania, donde estuvo gobernando Merkel hasta hace cinco minutos, ha sido nada menos que del 5,2%, la más alta desde junio de 1992, y estamos hablando de la locomotora económica europeo y una de las mayores economías mundiales. Cuando escribo estás líneas el mundo capitalista contiene la respiración a la espera de la cifra de inflación de los EE UU en noviembre. Y, si esto sucede en noviembre ¿qué nos deparará diciembre? Las subidas de los precios de casi todos los bienes y servicios, la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y pensionistas y la merma real del dinero que muchos modestos ahorradores tienen en los bancos va a enfadar mucho a la gente, ya lo está haciendo, de ahí el lógico nerviosismo del Gobierno. Si a esto sumamos que Sánchez ni de lejos va a poder cumplir con su promesa de que a finales de este año pagaríamos lo mismo por la electricidad que en 2018 (no podrá cumplirlo ni aunque no nos cobraran el consumo de diciembre) que la oposición, lógicamente, lo va a explotar en su beneficio y de que son probables elecciones en cascada, pues la desazón entre el vértigo y el pánico son más que comprensibles. Todo el mundo echa la culpa como causa de la inflación a las subidas de los precios que ha provocado el cuello de botella de la salida fallida de la pandemia, pero, no es cierto. No lo es porque si usted analiza la inflación en EE UU antes que que se produjera ese cuello de botella verá que ya estaba disparada y eso que aún no habían subido ni las materias primas, ni el petróleo, ni los transportes, etc. Eso sí, una vez metidos en la vorágine todo suma. La causa, como usted ya sabe, es que los bancos centrales han imprimido papel moneda por billones sir respaldo de valor y lo han repartido gentilmente y luego solo ha operado la ley de la oferta y la demanda. Cualquier buen comerciante debe saber que las cosas son baratas donde abundan y caras donde escasean. La depreciación de un dinero de mentira genera inflación y esa diferencia entre el valor nominal de los billetes y el valor real de las cosas las van a pagar los ciudadanos con la devaluación de su nivel de vida, con sus sacrificios, con la inflación. Las locas políticas nunca puedan acabar bien. El problema ahora es que los que las han estado defendiendo, la izquierda, la derecha y los mediopensionistas de los países capitalistas se van a quedar con cara de tontos y no se van a atrever a explicar a la gente la verdad de las cosas por miedo a que se la partan. Bueno, de momento, hasta final de año, el Gobierno piensa hacer dos consejos de ministros a la semana, pero, no podrá hacer nada para evitar lo inevitable.