
En los EE UU (recuérdese que allí también se diseñó el pelotazo financiero-inmobiliario), país que tiene grandes reservas de petróleo y otros combustibles fósiles, pero que consume mas energía que ninguna otra nación de la Tierra, se ha recurrido a una nueva técnica para extraer gas natural del subsuelo que denominan “Fracking”, con la esperanza de disminuir la dependencia energética exterior al menor costo posible y sin poner en cuestión la doctrina energética imperante, que deja en segundo o tercer término a las renovables.
El “Fracking” es un método no convencional de extracción para explotar el gas acumulado en poros y fisuras de rocas sedimentarias estratificadas de grano fino cuya poca permeabilidad impide la migración del metano a bolsas de gas mas grandes, para ello es necesario realizar cientos de pozos, ocupando áreas bastante grandes, e inyectar en ellos millones de litros de agua con una mezcla de productos químicos, algunos muy tóxicos. Este proceso lleva aparejados toda una serie de impactos ambientales muy importantes entre los que sobresalen la contaminación de las aguas subterráneas, la sismicidad inducida y la emisión a la atmósfera de metano, gas cuyo efecto invernadero es 25 veces superior al dióxido de carbono, que ha sido evaluada en algunas explotaciones norteamericanas por encima del 5% de la cantidad extraída.
El proceso de fractura hidráulica consume enormes cantidades de agua, se ha calculado que para operar un solo pozo son necesarios unos 30.000 metros cúbicos, que incorpora alrededor de un 2% de productos químicos añadidos que contienen unas 260 sustancias diferentes, algunas de las cuales son tóxicas, cancerígenas o que pueden producir graves alteraciones genéticas y que, inevitablemente, se filtran a los acuíferos subterráneos.
Otra consecuencia que se ha observado es la emisión de benceno, un potente agente cancerígeno, que sale por los pozos de evaporación que drenan las aguas residuales del “Fracking”.
Sin embargo, lo mas grave del impacto de este novedoso método de extracción de gas puede ser la alteración dramática de la estructura de las capas medias del subsuelo y la destrucción de los cimientos sobre los que se asienta la Biosfera, cuyas consecuencias pueden ser corrimientos de tierra, cambios de las corrientes hídricas y agravamiento de las consecuencias producidas por un movimiento sísmico natural.
Organizaciones de prestigio, como Greenpeace, ya han advertido muy seriamente contra los peligros del “Fracking”, y todos nosotros ya sabemos del que tienen los que lo promueven.
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